miércoles, 6 de febrero de 2013

La verdad de una mentira



CAPÍTULO XX: Dormir para seguir soñando
            

Sin poder dormir tras su larga incursión por el valle de los sueños, Julia, se levantó sigilosamente para cubrir a Gerardo con una manta, al notar el frío que comenzaba a reinar con las primeras horas del nuevo día. Al acercarse pudo percatarse como una manga de la camisa de Gerardo se encontraba parcialmente desgarrada. Su preocupación y curiosidad la llevaron a acercarse más de lo conveniente;  justo en el momento en que con horror vio una venda ensangrentada cubriéndole el brazo, Gerardo, la sujetó fuertemente de la muñeca y comenzó a forcejear con ella.

Su corazón se aceleró de tal manera y en tan pocos segundos que casi creyó perder el equilibrio y, fijándose con detenimiento que Gerardo se encontraba aún en trance por el sueño trató a zafarse lentamente para que no despertara, pero su sorpresa al escuchar como él suplicaba a una persona que no lo dejase terminó por acabar con toda su delicadeza.  

— ¡No te vayas! ¡No me dejes! ¡Cómo podría vivir sin ti ahora! —dijo Gerardo, dormido.

Saltó rápidamente, intentando alcanzar la cama, pero no lo consiguió, la misma sensación de caer al vacío que había experimentado en su sueño se apoderó de ella en aquel instante.

El brusco movimiento al que fue sometido permitió que Gerardo despertara y al no conseguir respuesta de qué ocurría, se levantó con preocupación. Mientras trataba de guiarse hasta llegar donde Julia debía estar convaleciendo del incidente, tropezó. Al acercarse, con mucha dificultad se percató que se trataba de ella. Quiso pedir ayuda, pero lo consideró inconveniente; a esa hora todos debían encontrarse descansando. Tras reconocer la habitación y memorizar dónde se encontraban cada uno de los muebles, acomodó a Julia entre sus brazos y caminó con cuidado hasta situarla en la cama. En reiteradas ocasiones tocó su frente sin conseguir respuesta, luego recordó que María había logrado que despertara con una de sus hierbas, buscó con cuidado en el tocador y encontró el frasco que conservaba aún un líquido de fuerte olor.


Cuando Julia, volvió en sí pudo notar que, una vez más, Gerardo, se encontraba a su lado. Al recordar lo sucedido intentó levantarse, no deseaba permanecer un segundo más junto a él. Su cercanía la dañaba.

En vano trató de salir de la cama. Gerardo, atento a cada uno de sus movimientos, la retuvo con firmeza y autoridad.

—No permitiré que vuelva a hacerse daño.

—Créame que mi cuerpo es lo que menos me preocupa por el momento.

— ¿Qué le sucede?, sabe que en todo momento puede confiar en mí, usted…

Sorprendida por sus palabras comenzó a llorar en silencio.

—No tengo prisa, aquí estaré toda la noche —dijo con una cara graciosa.

Julia no pudo evitar sonreír ante aquel gesto torcido.

—Tal como han salido las cosas durante estos días, el enfermo terminará cuidándome  a mí.

—No me molestaría si los papeles se invirtieran. Lo incómodo de todo este asunto es que usted no me guarda ningún respeto —dijo cruzando los brazos—. Vamos, vuelva a acostarse. ¿Qué espera? ¿No me ha entendido?

—No me hable en ese tono. A un enfermo debe tratársele con delicadeza, como se nota que usted es hombre.

—Mi falta de delicadeza no se debe al género al que pertenezco; usted, la ha mermado con insistencia durante los últimos minutos. ¿Por qué insiste en desobedecerme? Venga y recuéstese aquí —indicó posesivo—. Si no se ha metido bajo las sábanas para cuando termine de contar, se verá en serios aprietos señorita. Uno, dos…


Julia, trató de contener la risa que le provocó la actitud de Gerardo, pero no lo logró. Los fallidos intentos por sujetarla a como diera lugar le hizo olvidar que fueron precisamente sus palabras la que habían provocado su alteración. Lamentó profundamente su comportamiento; después de todo él no tenía culpa alguna en que ella albergara sentimientos por él.

Cuando por fin logró cogerla, Gerardo, la acomodó muy bien bajo las mantas. Sintió como su respiración se entrecortaba, a pesar que los momentos de agitación habían sucedido hace bastante tiempo, por lo menos el suficiente como para impedir que se justificara bajo esa excusa. No logró comprender en ese momento a Julia, ella no dijo nada por su actitud. El que no podía ver era él. y la que actuaba como ciega era ella.

Decidió abrazarla fuertemente, manteniendo la precaución de permanecer por encima de las mantas.

—Así no se escapará, si es que Morfeo logra darme alcance nuevamente.

—Déjeme cubrirle.

Con un rápido movimiento, Julia, se deshizo de la mitad de su abrigo para que le proporcionaran calor a Gerardo.

—Así está mejor —declaró mientras volvía a su posición.

Antes de dormir, recordó la impresión que le había causado ver herido su brazo y le preguntó casi en un susurro:

— ¿Qué le pasó en el brazo?

—Nada de importancia —respondió sorprendido.

—No sea mentiroso, vi que estaba manchado de sangre.

— ¿Cuándo?

—Lo vi en el momento que me disponía a taparle.

— ¿Por qué se preocupa tanto por mí?, no lo merezco —dijo Gerardo esperando en vano una respuesta.


En ambos produjo una infinita satisfacción el estar juntos, sentirse cerca el uno del otro. Seguramente, ni la vergüenza que les produciría el mirarse a la cara en ese instante, borraría la amplia sonrisa con que lograron volver a conciliar el sueño.  

7 comentarios:

María Border dijo...

Será difícil que Julia siga escanpando. Felicitaciones Jennieh.

Raquel Campos dijo...

uy Jennieh, cuando vengo a leerte leo dos capítulos de golpe lo que me salva de esperar la nueva entrega, estos capítulos me han gustado mucho. Están llenos de sentimientos y Julia se acerca a un sitio en el que no hay vuelta.
hasta el próximo!!!
Besos!!!

Lourdes dijo...

Ay que emoción estar tan cerca. Me has elegido un Gerardo en las imágenes que no sé si te lo he dicho pero es un bombón. Espero que Julia deje la verguenza y los temores atrás y se anime a vivir un bello amor. Un beso grande corazón.

Jennieh dijo...

María, a ver que hace Julia ahora y si Gerardo lo soporta.

Un beso.

Jennieh dijo...

Raquel, a veces pasa que los retrasos nos dan mejores satisfacciones, espero que ya no sigan escapando, aunque en el siguiente capítulo parezca todo extraño, es necesario.

Un beso.

Jennieh dijo...

Lou, el personaje de Gerardo me costó decidirlo, pero creo que le quedó muy bien ese rostro. A julia, creo que son otras emociones la que la están miviendo últimamente, a ver si el dejarse llevar por ellos no le juega en contra.

Un beso.

princesa jazmin dijo...

Me encanta que Gerardo proteja con tanto celo a Julia incluso en su condición, no me sorprende que nuestra damita concilie el sueño al fin entre tan fuertes y amorosos brazos, aunque sus sueños violentos ya me están preocupando...veremos qué sucede más adelante.
Coincido en que Richard es un bombón total y le queda perfecto al caballero.
Voy adelante...