miércoles, 23 de enero de 2013

La verdad de una mentira



CAPÍTULO XVIII: Indiscreciones


Si Gerardo no estaba tan solo como Julia creyó hasta entonces, ¿por qué nadie se había interesado por su salud antes? 

Entre los caballeros presentes parecía existir verdadero afecto y amistad. Carlos y Fernando tenían poca diferencia de edad y, a pesar, de poseer caracteres tan distintos, en algunas ocasiones Julia llegó a confundirlos. Los dos poseían una altura considerable, por lo cual tendían a verse delgados, en Carlos sus ojos de color verde tenían la facultad de hablar por sí solos, su cabello era oscuro, sus facciones delgadas y proporcionadas, era sumamente vivaz, divertido y, en ocasiones, llegaba a resultar molesto su sentido del humor. Fernando, en cambio, aunque poseía en gran medida las mismas características físicas que su hermano, a excepción del color en sus ojos, en él el color cambiaba a avellana; discreto y menos dado a conversar, aunque ello no le restaba simpatía; actuaba a los tiempos de las personas, tenía la capacidad de escuchar, era atento y muy agradable. Fueron esas características las que hicieron acertar a Julia y descubrir al merecedor del corazón de Eloísa. Sabía que su amiga no podría fijarse en una persona distinta, notó en él ese mismo deseo de ayudar a otros. En sus conversaciones se presentaban ideas para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores de su familia; junto con su madre tenían la costumbre de discutirlas a todas horas, ambos estaban convencidos que llevarlas a cabo era beneficioso para todos. 



Sin desaprovechar la oportunidad de ayudar a Eloísa, Julia, se acercó al notar que él miraba disimuladamente a su amiga; Fernando, quien aprovechaba de ocultar su mirada detrás de un libro, levantaba constantemente la vista mientras, Eloísa, recogía flores junto a Sayen; y sin ningún tipo de rodeos le preguntó:   

—La señorita Eloísa es muy hermosa, ¿verdad?

—Yo...-contestó nervioso sin encontrar más palabras.

—No se preocupe, no diré nada. Pero...si usted está interesado en ella por qué no se lo demuestra.

Fernando sintió confianza para hablar y sin ninguna vacilación le contestó:

—No sé si ella sienta lo mismo.

—Y si usted no se lo pregunta no podrá saberlo en modo alguno.

—Es verdad-dijo con una sonrisa, la que pronto desapareció mientras agregaba—. En una ocasión estuve decidido a hacerlo, pero los comentarios de mi hermano sobre ella frenaron todas mis intenciones.

—A qué se refiere; si puedo saberlo.

—Carlos, como usted se habrá dado cuenta en estos días, es poseedor de una gran capacidad para tratar con las personas. En una ocasión llegó con la noticia de haber escuchado ciertos rumores sobre la señorita Sotomayor. Dijo que se comentaba que ella huía de los hombres, su constante negativa a tratarlos había determinado la decisión de sus padres de llevarla a Europa para demostrarle lo grande que es el mundo y lograr, tal vez, que ella cambiara de opinión. Desde que la conocí no pensé que ella pensará de esa forma. Nuestro trato siempre ha sido cercano y cordial, luego de conocer esos por menores no dejó de sorprenderme que aceptara la invitación de mi madre a acompañarnos hasta aquí.

—Por lo que usted me dice debió ser toda una sorpresa su decisión, pero no piensa que las personas pueden cambiar de opinión. En ocasiones solo hace falta la oportunidad o la persona indicada para que lo que pensamos no tenga valor alguno.

—Tiene razón, yo estaba convencido de no hablar de esto con nadie, pero usted me descubrió. Acaso tan evidente son mis sentimientos.

—No lo sé; tal vez, nadie más haya reparado en ellos.

—Le confieso que tengo miedo. ¿Qué sucede si en vez de ganar lo pierdo todo?, incluso su amistad. No sabría qué hacer

—No lo sabrá hasta que se atreva y créame cuando le digo que sé lo desagradable que es vivir en la incertidumbre.

Julia no pudo menos que sorprenderse cuando Fernando le dio el mismo consejo con respecto a Gerardo. Debió contenerse para no llorar. No tuvo la capacidad para hablar sobre lo que ella sabía con respecto a los sentimientos de Gerardo; solo se limitó a sonreír.


OOoOO

Si bien, Julia, comprendió la voz de mando con que llegó doña Isidora a la casa de Gerardo, la mujer tenía extrañas actitudes para con ella; en ocasiones le parecía distinguir hostilidad y rudeza en sus palabras. No lograba comprender el porqué de su actitud; sin embargo, sus dudas obtuvieron respuesta una tarde en que por casualidad coincidieron en la biblioteca. Doña Isidora, sin querer desaprovechar la oportunidad decidió que el momento ameritaba una franca conversación entre ellas.

—Perdón, no quise molestarla-dijo sorprendida al encontrarla en aquel lugar.

—No se moleste, pase y siéntese, señorita. Necesito tratar algunos asuntos de importancia con usted.

Julia sintió como el frío recorrió su cuerpo ante la mirada tan intimidante de la que fue objeto.

—En un principio cuando llegué hasta aquí lo hice con la clara intención de manifestar la molestia que sentía por su presencia en esta casa, gracias a su permanencia me vi privada durante más tiempo del que deseaba en acudir a socorrer a Gerardo.


— ¡Señora!— dijo Julia con firmeza, al notar que sería blanco de ataques por parte de la mujer—, No logro comprender la razón de sus palabras. Usted y yo jamás nos habíamos visto hasta mi llegada, lo recuerda, nos vimos en el tren.

—Sí, lo recuerdo perfectamente. Y esa ha sido una de las razones por la que decidí, luego de saber quién era usted, crearme una opinión propia; dejando de lado las infamias que cometieron sus padres en contra de mi amiga; en especial las de su madre.
     
— ¿Qué dice?— al comprender que el tema al que se refería nada tenía ver con ella, el enojo y el valor que había surgido por su trato desaparecieron.

—Tengo la confianza que esta conversación solo quedé entre nosotras, el tema es delicado y si usted lo desconoce por completo me convierte en una traidora. Sí, no me mire así, por favor. Su sorpresa me hace intuir que en eso me convertiré; estoy a punto de romper una promesa, pero considero mi deber darle a conocer ciertos asuntos de esta familia en los que sus padres hicieron una gran contribución.

—No deseo que por mi intromisión en esta casa se vea forzada a romper promesas, mucho menos por alguien que nada tiene que ver en ello.

Con sus palabras Julia trató de evadir las confesiones, consideraba inapropiado que le fueran revelados secretos de una familia de la que se hizo parte con mentiras.  

Lo que Julia escuchó, fue una historia que no le hizo sentido con la de su madre y, aunque la oyó con atención en ningún momento se percató de las similitudes. La madre de Gerardo se había enamorado de Guillermo Subercaseaux mucho antes que éste supiera de su existencia. Ya fuera un rasgo de familia, compartía la misma timidez con su prima, esa misma que le había impedido hacerse notar a sus ojos en primera instancia, y que más tarde sepultó todas sus esperanzas al enterarse del interés de su prima por el caballero. Decidió ayudarla, dándole consejos; logrando con ellos que él se fijara en la madre de Julia. Solo cuando ella se ofreció a reparar el desagravio que su prima había cometido al escapar con otro hombre unos días antes que se celebrase el matrimonio, él se percató de su existencia. La delicada belleza de ella y, el herido orgullo de él fueron determinantes en la aceptación de la propuesta. Sin lograr nunca que olvidara el caprichoso amor que sentía por su prima, el matrimonio se convirtió en una constante tortura para ambos. El desamor y la disconformidad fueron las sombras que lo rodearon siempre; aunque para Estela, la madre de Gerardo, la felicidad se hizo presente en su vida con la llegada de los hijos.


Sin comprender del todo las intenciones de la mujer al confesar un asunto tan íntimo, familiar y, que le había sido confiado bajo secreto, se aventuró a preguntar los motivos de tal acción, doña Isidora le respondió con unas palabras que no dejaron indiferentes del todo a Julia.


—Ustedes pueden no ser primos directos, y un compromiso entre ustedes puede resultar válido, pero es mi deber estar al tanto de sus intenciones. No vaya a ser que la historia se repita y ahora sea Gerardo quien sufra por su culpa.

—No se preocupe señora. Por mi parte no existe un sentimiento distinto que se pueda sentir por la familia, lo mismo que Gerardo siente por mí. No he podido encontrar el motivo que la ha llevado a pensar la presencia de algún otro sentimiento entre nosotros. Lo mejor, según veo, es cambiar los planes que tenía, mi permanencia no es necesaria en este lugar. Sé que usted podrá dedicarle más cuidados de los que yo he sido capaz de brindarle en este tiempo. 

Las palabras de Julia habían surgido tras la negación de toda esperanza. La llegada de todos había resultado un alivio para ella; habían contribuido a olvidar la tristeza que le produjo Gerardo con sus palabras. Pero todos sus esfuerzos por aparentar habían caído de pronto, ya no importaban los gratos momentos que vivió junto a aquellas personas, no era su lugar. Se encontraba lejos de su familia, ni siquiera la presencia de su amiga contribuyó a animarla, todo el tiempo debían disimular, allí era una extraña.

6 comentarios:

Raquel Campos dijo...

Uy Jennieh, que de sentimientos en el capítulo de hoy.Me gusta la charla que ha tenido con Fernando y luego el consejo que el le ha dado, pero por dios ahora se tendrá que ir???
A la espera del próximo!!!!A ver que sucede!!

Besos!!!

Lourdes dijo...

Ayy nooo pobre Julia. No quiero que parta. Bueno todavía hay una esperanza, que dirá Gerardo si ella decide partir. El capítulo fue intenso pequeña. Diálogos perfectos. Maravilloso lo he disfrutado. Un beso y gracias por compartirlo. Lou

María Border dijo...

Jennieh, que no se vaya. Justo ahora que no se vaya. besos

Unknown dijo...

Yo tampoc quiero que Julia se vaya.
Tiene que ayudar a Fernando a conquistar a Eloísa. ¡Hacen una bonita pareja!
Jennieh, tienes un premio en mi blog "Un blog de época". Cuando puedas, pásate a recogerlo.
Un fuerte abrazo.

Jennieh dijo...

Gracias a todas por sus comentarios, he estado un poco floja para responderles, pero trataré que eso cambie. Te agradezco Lilian por el detalle, pronto haré una entrada en el otro blog para completar los requisitos del premio.

Un beso.

princesa jazmin dijo...

Vaya, sí que la señora tenía algunas cosas que decir...es triste que la llegada de estas personas hayan decidido a Julia a abandonar más rápidamente el sitio, donde a pesar de la tristeza de tener y no tener a Gerardo, es feliz.
Continúo...