CAPÍTULO
XX: Dormir para seguir soñando
Sin poder dormir tras su larga incursión por el valle de
los sueños, Julia, se levantó sigilosamente para cubrir a Gerardo con una manta,
al notar el frío que comenzaba a reinar con las primeras horas del nuevo día.
Al acercarse pudo percatarse como una manga de la camisa de Gerardo se
encontraba parcialmente desgarrada. Su preocupación y curiosidad la llevaron a
acercarse más de lo conveniente; justo
en el momento en que con horror vio una venda ensangrentada cubriéndole el
brazo, Gerardo, la sujetó fuertemente de la muñeca y comenzó a forcejear con
ella.
Su corazón se aceleró de tal manera y en tan pocos
segundos que casi creyó perder el equilibrio y, fijándose con detenimiento que
Gerardo se encontraba aún en trance por el sueño trató a zafarse lentamente
para que no despertara, pero su sorpresa al escuchar como él suplicaba a una
persona que no lo dejase terminó por acabar con toda su delicadeza.
— ¡No te vayas! ¡No me dejes! ¡Cómo podría vivir sin ti
ahora! —dijo Gerardo, dormido.
Saltó rápidamente, intentando alcanzar la cama, pero no
lo consiguió, la misma sensación de caer al vacío que había experimentado en su
sueño se apoderó de ella en aquel instante.
El brusco movimiento al que fue sometido permitió que
Gerardo despertara y al no conseguir respuesta de qué ocurría, se levantó con
preocupación. Mientras trataba de guiarse hasta llegar donde Julia debía estar convaleciendo
del incidente, tropezó. Al acercarse, con mucha dificultad se percató que se
trataba de ella. Quiso pedir ayuda, pero lo consideró inconveniente; a esa hora
todos debían encontrarse descansando. Tras reconocer la habitación y memorizar
dónde se encontraban cada uno de los muebles, acomodó a Julia entre sus brazos
y caminó con cuidado hasta situarla en la cama. En reiteradas ocasiones tocó su
frente sin conseguir respuesta, luego recordó que María había logrado que
despertara con una de sus hierbas, buscó con cuidado en el tocador y encontró
el frasco que conservaba aún un líquido de fuerte olor.
Cuando Julia, volvió en sí pudo notar que, una vez más, Gerardo,
se encontraba a su lado. Al recordar lo sucedido intentó levantarse, no deseaba
permanecer un segundo más junto a él. Su cercanía la dañaba.
En vano trató de salir de la cama. Gerardo, atento a cada
uno de sus movimientos, la retuvo con firmeza y autoridad.
—No permitiré que vuelva a hacerse daño.
—Créame que mi cuerpo es lo que menos me preocupa por el
momento.
— ¿Qué le sucede?, sabe que en todo momento puede confiar
en mí, usted…
Sorprendida por sus palabras comenzó a llorar en silencio.
—No tengo prisa, aquí estaré toda la noche —dijo con una
cara graciosa.
Julia no pudo evitar sonreír ante aquel gesto torcido.
—Tal como han salido las cosas durante estos días, el
enfermo terminará cuidándome a mí.
—No me molestaría si los papeles se invirtieran. Lo
incómodo de todo este asunto es que usted no me guarda ningún respeto —dijo
cruzando los brazos—. Vamos, vuelva a acostarse. ¿Qué espera? ¿No me ha
entendido?
—No me hable en ese tono. A un enfermo debe tratársele
con delicadeza, como se nota que usted es hombre.
—Mi falta de delicadeza no se debe al género al que
pertenezco; usted, la ha mermado con insistencia durante los últimos minutos.
¿Por qué insiste en desobedecerme? Venga y recuéstese aquí —indicó posesivo—. Si
no se ha metido bajo las sábanas para cuando termine de contar, se verá en
serios aprietos señorita. Uno, dos…
Julia, trató de contener la risa que le provocó la
actitud de Gerardo, pero no lo logró. Los fallidos intentos por sujetarla a
como diera lugar le hizo olvidar que fueron precisamente sus palabras la que
habían provocado su alteración. Lamentó profundamente su comportamiento;
después de todo él no tenía culpa alguna en que ella albergara sentimientos por
él.
Cuando por fin logró cogerla, Gerardo, la acomodó muy
bien bajo las mantas. Sintió como su respiración se entrecortaba, a pesar que
los momentos de agitación habían sucedido hace bastante tiempo, por lo menos el
suficiente como para impedir que se justificara bajo esa excusa. No logró
comprender en ese momento a Julia, ella no dijo nada por su actitud. El que no
podía ver era él. y la que actuaba como ciega era ella.
Decidió abrazarla
fuertemente, manteniendo la precaución de permanecer por encima de las mantas.
—Así no se escapará, si es que Morfeo logra darme alcance
nuevamente.
—Déjeme cubrirle.
Con un rápido movimiento, Julia, se deshizo de la mitad
de su abrigo para que le proporcionaran calor a Gerardo.
—Así está mejor —declaró mientras volvía a su posición.
Antes de dormir, recordó la impresión que le había
causado ver herido su brazo y le preguntó casi en un susurro:
— ¿Qué le pasó en el brazo?
—Nada de importancia —respondió sorprendido.
—No sea mentiroso, vi que estaba manchado de sangre.
— ¿Cuándo?
—Lo vi en el momento que me disponía a taparle.
— ¿Por qué se preocupa tanto por mí?, no lo merezco —dijo
Gerardo esperando en vano una respuesta.
En ambos produjo una infinita satisfacción el estar juntos,
sentirse cerca el uno del otro. Seguramente, ni la vergüenza que les produciría
el mirarse a la cara en ese instante, borraría la amplia sonrisa con que
lograron volver a conciliar el sueño.
7 comentarios:
Será difícil que Julia siga escanpando. Felicitaciones Jennieh.
uy Jennieh, cuando vengo a leerte leo dos capítulos de golpe lo que me salva de esperar la nueva entrega, estos capítulos me han gustado mucho. Están llenos de sentimientos y Julia se acerca a un sitio en el que no hay vuelta.
hasta el próximo!!!
Besos!!!
Ay que emoción estar tan cerca. Me has elegido un Gerardo en las imágenes que no sé si te lo he dicho pero es un bombón. Espero que Julia deje la verguenza y los temores atrás y se anime a vivir un bello amor. Un beso grande corazón.
María, a ver que hace Julia ahora y si Gerardo lo soporta.
Un beso.
Raquel, a veces pasa que los retrasos nos dan mejores satisfacciones, espero que ya no sigan escapando, aunque en el siguiente capítulo parezca todo extraño, es necesario.
Un beso.
Lou, el personaje de Gerardo me costó decidirlo, pero creo que le quedó muy bien ese rostro. A julia, creo que son otras emociones la que la están miviendo últimamente, a ver si el dejarse llevar por ellos no le juega en contra.
Un beso.
Me encanta que Gerardo proteja con tanto celo a Julia incluso en su condición, no me sorprende que nuestra damita concilie el sueño al fin entre tan fuertes y amorosos brazos, aunque sus sueños violentos ya me están preocupando...veremos qué sucede más adelante.
Coincido en que Richard es un bombón total y le queda perfecto al caballero.
Voy adelante...
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