CAPÍTULO
XXII: Al alba
Gerardo, no permitiría que ella lo abandonara. La larga
noche que había pasado en la biblioteca le hizo volver a tomar las riendas de
su vida; la oscuridad de sus ojos se había ido disipando poco a poco en los
últimos días. Se preguntaba si alguien se habría percatado; y, aunque la
costumbre puede volver ciertas situaciones en algo real, él no estaba para
seguir disimulando, le había costado demasiado esfuerzo fingir durante todos
esos días. Verla nuevamente fue un privilegio, con anterioridad a su accidente
solo lograba hacerlo desde la distancia. Había tenido la oportunidad de verla
sonreír y adoraba cada vez que lo hacía, pero también había alcanzado a ver
como su alegría se apagaba poco a poco y no pudo dejar de sentir culpa.
Sabía perfectamente, por la expresión de su rostro, que
su actitud la había decepcionado, su actuar lo hizo sentir indigno y no
merecedor de los cuidados y el afecto que Julia le profesaba, ¿cómo había sido
capaz de pedirle que se fuera casi de inmediato? La desesperación, ¿tal vez?,
ese deseo incontrolable que se había apoderado de él; la necesitaba, de una
extraña manera que aún no comprendía del todo; algo que hasta entonces jamás
había sentido por una mujer. Estaba decidido, ni siquiera el deseo que Julia se
descubriera a sí misma le impediría hablarle de sus sentimientos.
Gerardo se apresuró a seguir sus impulsos y cuando se
disponía a salir leves ruidos indicaron movimiento en la casa. Convencido que
debía tratarse de Julia no pudo evitar sentir dolor y enojo al saber que ella tenía
la intención de partir sin despedirse. Sonrió ante el poco sentido común que le
quedaba. ¿Cómo podía esperar que Julia fuera hasta su puerta a despedirse?; después
de todo ¿no había sido él quien fijó la fecha de su partida?
Sin querer satisfacer su curiosidad, porque suponía muy
bien a quien encontraría detrás de la puerta, Julia, decidió continuar su
camino. Al momento en que llegó a las escaleras la pregunta de Gerardo la hizo
paralizar.
— ¿De qué huye?, ¿a qué le teme tanto, Julia?
—No estoy huyendo. Solo me ahorro la vergüenza de ser
lanzada de su casa.
—Si es por lo que dije ayer, perdóname, por favor.
—No es sólo por eso, verá si permanezco por más tiempo
usted tendrá otras razones para hacerlo y, ese momento no podré soportarlo —dijo,
volteando por primera vez para mirar a Gerardo.
—Cuéntame qué te sucede, creo que entenderé.
—Lo dudo. Ayer, demostró claramente que no es capaz de
entender razones que se antepongan a sus deseos —dijo con brusquedad—. No crea
que existe resentimiento por su actitud. Le he disculpado, incluso, antes que
lo pidiera. Es hora de partir —sentenció endulzando el tono de voz, mientras trataba
de memorizar cada detalle de él—, adiós.
—No te vayas de esta manera, sé que por momentos suelo
ser intransigente; me comporté de manera muy injusta contigo. Necesito…una
prueba para quedar en paz y saber que he sido perdonado—dijo con una sonrisa—.
Ven acércate.
Julia, se acercó muy nerviosa hacía varios minutos que su
corazón trabaja de manera intermitente. Sin saber de dónde obtuvo fuerzas para
retroceder llegó donde se encontraba Gerardo. Sin percatarse que él le había
entregado una llave y menos aún, sin escuchar lo que decía, la dejó caer. El
sonido la hizo reaccionar y volver al tiempo y lugar donde debía encontrarse.
Asombrada por lo sucedido, una vez que encontró la llave, Gerardo, repitió la
petición.
—Necesito que hagas algo por mí, en el correo encontrarás
una casilla a mi nombre. Cuando tengas su contenido entrégaselo a Dan, mi
secretario. Aquí están las llaves y el número.
—Bien, pero no entiendo ¿porqué debo retirar el
contenido?, creo que bastará con dejar las llaves a su secretario y que él se
encargue.
—No, esto es un asunto personal y solo confío en ti.
—Está
bien, no tenga dudas que haré lo que me pide.
Justo
cuando se disponía a retomar su camino, Julia, reaccionó sobre la manera en que
Gerardo la había tratado, pero deseó continuar con su camino, quedarse sería
peligroso y más cuando la visita de su hermana era inminente. En tanto se
alejaba, unos pasos firmes y presurosos se acercaron a ella, en un instante, Gerardo
estuvo a su lado, sosteniéndola. Sin saber de dónde obtuvo fuerzas, Julia, forcejeó
para soltarse. La sorpresa de aquel suceso hizo que sus mejillas se encendieran
por dos motivos a la vez. Ella sintió vergüenza y bajó la vista; anhelaba que
volviera a suceder lo que en el hospital, deseaba volver a sentir aquella
sensación que le produjo encontrarse rodeada por sus brazos y sentir la calidez
de su respiración cuando la besó en la mejilla; pero al mismo tiempo se sintió
enfadada consigo misma ¿cómo volvería a vivir? Una corriente recorrió por
completo su cuerpo cuando él, con suavidad, logró voltearla y atraerla hacia sí.
Gerardo, comprendía las dificultades de explicarlo todo,
pero lo había decidido, ya no estaba dispuesto a seguir con ese juego absurdo,
la verdad se había dado paso entre las circunstancias de ambos y daba gritos
por salir de una vez por todas.
Mientras él la abrazaba, Julia, trató de encontrar una explicación
a lo que allí estaba sucediendo, para ella todo se debía a su creciente
imaginación, sin duda, era otra de sus visiones. Trató de despertarse a la
fuerza y como no lo consiguió se dijo en un susurro:
—Despierta,
Julia.
Gerardo, sonrió; tomó suavemente sus manos, y mientras
alcanzaba su rostro, le respondió:
—Esto no es un sueño, mi ángel.
11 comentarios:
¡Bien!
Me alegro de que Gerardo tenga agallas y que se decida.
Perdona que no te haya contestado antes. He estado algo liada.
Te cuento.
Estoy borrando las entradas que he hecho en mi blog "Un blog de época" con mi historia "Con el corazón roto". Estoy pensando en publicarla en Amazon en cuanto haya pulido algunos detalles.
Tengo algunos fragmentos que están todavía en el blog. No sé si querrá leerlos porque son insuficientes.
Tienes un premio en mi blog, Jennieh.
Pásate a recogerlo en cuanto puedas.
Un fuerte abrazo.
Y me muero de ganas de saber qué va a hacer Julia, porque la pelota está en su tejado en estos momentos.
Genial capitulo y feliz día del amor y la amistad
Ayyyy que emoción. Están muy juntos, que dejen salir el amor que se sienten por favor!! ajajjaja
Me encanta esta pareja Jennieh, te felicito. Los diálogos son increíbles. Una pregunta porque quizás leí y se me salteó un detalle en capis anteriores. ¿Gerardo ya sabe quien es Julia? Es decir... ¿Está seguro?
Me gustó mucho el capi y como siempre espero ansiosa el próximo. Muakkk besotes reina.
Me gustó mucho el blog y su forma de escribir. Espero visitarla a menudo. Saludos!
Precioso capítulo Jennieh!!!!
Me ha gustado que el tenga valor, por dios a ver si dejan que sus emociones les guien!!!
Hasta el próximo!!!!
Muchos besos!!
Pasé a ver si había novedades y a dejarte un beso grande.
Hola guapa!
No sé si todavía sigues mi historia de Sometida o no y te cansaste de ella, pero por si acaso, te aviso que anoche publiqué un nuevo capi:
http://dulcecautivalopez.blogspot.com/2013/03/sometida-capitulo-14-18-anos.html
Saludos y buen día!
Wow! qué escena tan intensa, me gustó mucho la última frase de Gerardo y ahora me muero por saber que va a pasar luego.
Aunque creo que éste fue el último capítulo actualizado, cierto?al menos ya estoy al día para leer el próximo.
Espero estés bien y ojalá te tengamos en el ruedo muy pronto.
Un beso grande!
Jazmín.
Hola Jennieh.
Hace mucho que no publicas una entrada. Espero que estés bien y que no tardemos en volver a saber de Gerardo y de Julia. ¡Me muero de ganas de saber que va a pasar entre ellos!
Quería decirte que tienes un premio esperándote en mi blog "Mi otro blog". Pásate a recogerlo cuando puedas.
Un fuerte abrazo, Jennieh.
Cuídate.
Te esperamos.
Una historia preciosa, deseando saber lo que pasará entre estos dos
Besos
Hola mi sol pase por aquí por si había noticias de tu obra. Un beso enorme cielo.
Publicar un comentario