CAPÍTULO
XVII: Complicidad
La
complicidad que entre ambos había surgido se afianzó de manera natural con el
tiempo, y con una que otra ayuda recibida de quienes le rodeaban. Por una parte
se encontraba María quien insistentemente se negaba a hacerles compañía y se
dedicaba a distraer a Sayen para que no les interrumpiera; pero sin querer la
pequeña también les ayudaba. Su constante entusiasmo por permanecer cerca de
Julia llevó a Gerardo a pensar en la importancia de una vida familiar para
ella.
Por la noche, luego de una tarde de conversación en la
que Gerardo entregó la información que consideró necesaria sobre los visitantes
que recibirían al día siguiente, cuya permanencia sería de tres o cuatro días,
salieron al balcón que se encontraba en la biblioteca. La luz que proporcionó
la noche y la naturalidad de Gerardo en sus acciones no ayudó en mucho a Julia;
si bien, el tomarse de la mano era muy frecuente entre ellos, existían momentos
en los cuales le tomaba por sorpresa y la hacía sentir más nerviosa de lo
habitual; y como últimamente le sucedía con frecuencia, no prestaba atención a toda la conversación.
Sin saber bien de qué y cuánto tiempo llevaba hablando, una extraña pregunta la
hizo volver a la realidad.
— ¿Le gusta este lugar?
—Sí.
—Mi deseo es que haga de esta casa su hogar —confesó su
esperanza y al no percibir ninguna señal, continuó—, como podrá darse cuenta
esta casa desde hace tiempo ha sido solo habitada por mí. Y mi afición por el
teatro me ha mantenido lejos de ella, creo que en parte no soportaba la soledad
obligada que debía vivir, pero con usted todo es distinto; hoy, por ejemplo,
disfrute de cada lugar que recorrimos y, aunque no he podido ver nada de ellos
los he sentido de manera diferente. Los aromas, los sonidos, la frescura del
viento, todo ha sido distinto, siento que con lo sucedido estoy aprendiendo a
vivir de nuevo y usted ha sido parte importante en este aprendizaje, ¿podrá
complacerme y alargar su estadía?
—Perdón, no puedo—dijo con remordimiento—. Pienso que
para ese entonces usted ya tendrá que estar recuperado y mi compañía no le será
grata.
— ¿Cómo puede decir eso? Acaso usted no se ha dado cuenta
de…—su razón no le permitió continuar, aún no lograba entender la oportunidad
que Julia había desaprovechado para ser sincera con él, luego de una pausa, se
dio a la tarea de elegir mejor sus palabras y agregó— que es una persona
especial para mí, el hecho que sea uno de mis parientes más próximos no ha sido
impedimento para la amistad que ha surgido entre nosotros, no logra comprender
que ahora somos mucho más que familia, sin embargo, sus palabras me hacen
pensar que duda de lo bueno que es para mí su compañía, y en verdad no logro entender
el verdadero significado de sus palabras —quiso darle una nueva oportunidad y
preparándole el camino preguntó—. ¿Existe alguna razón que yo desconozca para
todo este actuar suyo?
—Es
que yo…—Julia no pudo evitar el audible sollozo que escapó de ella— será
conveniente ver todo en su momento. El tiempo dará la razón a la palabra de uno
de nosotros. Ahora si no le molesta…me retiro a descansar, que tenga una buena
noche, avisaré para que le ayuden.
—Espere, por favor, mi intención no ha sido mortificarla,
si usted no desea permanecer más tiempo no insistiré y trataré de mostrarme
conforme, pero permítame—sacando de su bolsillo un pañuelo enjugó las lagrimas
que de ella caían en silencio—no se sorprenda de mi acción, hace un momento la
escuché sollozar, lo lamento en verdad. Solo que cuando me recupere totalmente,
deseo mostrarle lugares que en esta condición no puedo y tal vez usted se
marche antes de que ocurra.
—Agradezco la atención que desea tener conmigo, pero es
cierto que no puedo alargar mi permanencia aquí. Créame que lamento
profundamente no poder corresponder a su amabilidad.
—Está bien—le dijo acariciando suavemente su mejilla
derecha—. Si no le molesta, le pediré que sea usted quien me dirija a mi
habitación, no me gusta esperar.
Cuando cerró la puerta quedando sola en el pasillo tuvo
deseos de salir corriendo de allí. ¿Cuántas fantasías habían pasado por su
mente hasta ese instante?, y él solo la veía como una amiga. El llanto, que no
pudo contener, era producto del desconcierto y la desilusión que le trajeron
sus palabras. Hasta ese momento pensaba que también comenzaba a sentir un
afecto distinto por ella, mas, en ese momento, se dio por enterada que todo era
producto de cómo era presentada a sus ojos. Desde esa noche decidió no volver a
albergar esperanzas de ningún tipo; con el corazón destrozado se dio cuenta que
la vida ya no tendría el mismo color para ella.
O O o O O
Por la mañana, Julia, se esforzó en aparentar el buen
ánimo que durante la noche anterior le habían robado las palabras de Gerardo.
La ocasión hacia necesaria toda su buena disposición para oficiar de cierta
manera como anfitriona con los amigos que Gerardo esperaba. De los tres nombres
que Gerardo le mencionó uno no era del todo desconocido por ella. Se trataba de
Isidora Goyenechea, a quien, Julia, conoció unos momentos antes de terminar su
viaje en tren. Aunque la visitante generaba cierta inquietud en ella por las
eventuales preguntas que podría realizar, no dejaba de rondar en su cabeza el
deseo de conocerla más. Los otros dos eran Fernando y Carlos Cousiño, sus
hijos.
Sin embargo, con la llegada de los visitantes no dejó de
sorprenderla el ver a Eloísa, su amiga. Ni siquiera Gerardo había sido
informado de su presencia, la señorita Sotomayor había accedido tras la insistencia
de la señora Goyenechea. Se conocieron en uno de los tantos viajes a Santiago
que la mujer realizaba para cerciorarse por sí misma del bienestar de sus
muchachos, como solía llamarles; como madre, la señora Goyenechea, sabía a la
perfección en qué edad se encontraban sus hijos y la jovencita le había
parecido lo bastante agradable como para desear que tomara un lugar en su
familia.
El corazón de
Julia al verla allí dio un brinco. La alegría y el asombro de ver un rostro
familiar no fueron menores a la preocupación que su presencia le generó. Su
amiga desconocía por completo todos lo acontecido desde la última vez que se
vieron, y menos aun sabía que a pesar del tiempo, Julia no había confesado la
verdad; ¿podría confiar en su discreción?
Para el asombro de Julia, Eloísa, aceptó las
presentaciones con tranquilidad. La saludó como si fuera la primera vez que se
veían. Fingiendo interés en el jardín consiguió apartar a Julia del grupo sin
que ellos sospecharan su reciente confianza; después de todo era un tema del
que las mujeres acostumbraban a hablar. Alejadas de la vista de todos y luego
de un cálido abrazo comenzaron a interrogarse.
— ¿Qué haces aquí? No tienes idea de todo lo que debí
contenerme para disimular.
—Lo sé y agradezco tu ayuda, querida amiga —le respondió
Julia.
—Cuando te vi casi me desmayo. He estado muy preocupada
por ti, tu madre solo me dijo que habías decidido trabajar fuera de casa
durante la estación y, como no me contaste nada consideré inconveniente
escribirte; a decir verdad, me sentí enojada contigo por no haber confiado en
mí —dijo con seriedad en su rostro—, y ahora lo estoy mucho más al verte aquí
—agregó con una sonrisa.
—Perdón, te debo una explicación.
—No te preocupes —dijo Eloísa con soltura—. El enojo no
se compara con la alegría de verte nuevamente.
—Pero dime ¿qué estás haciendo aquí? Te ves muy diferente
desde la última vez que nos vimos.
—Sí, es verdad. Luzco distinta —dijo dando una vuelta
sobre sí misma.
—Estás muy linda.
—Eso también es verdad; y se lo debo todo al amor.
Eloísa no pudo evitar la sonrisa y el leve color que se
apoderó de su rostro al confesar tal sentimiento. La sorpresa que Julia no
logró disimular la llevó a confirmar nuevamente sus palabras.
—Sí, el amor.
—Hasta donde yo tenía entendido tu amor y devoción solo
eran para Dios.
—La vida da vueltas, y todos tenemos derecho a cambiar de
parecer, o de sentir. Hasta mediados de diciembre, yo pensaba lo mismo que
acabas de mencionar, por entonces no imaginé que podría desear algo distinto
para mi vida; siempre podré servir a Dios, aunque de manera distinta a la que pensaba.
He conocido al más perfecto de los hombres.
—Si existe algo que he aprendido este tiempo es que la
perfección no alcanza a nadie —dio Julia con burla.
—No te rías, ¡qué mala eres!, solo puedo decir que ahora
comprendo, en parte, lo que haces. Tengo miedo a que él no me vea de la misma
forma en que yo lo hago —dijo Eloísa con tristeza—. Que Dios me perdoné, pero
es como si el mismísimo Cupido me hubiera herido con una de sus flechas de amor;
o aún peor, temo ser víctima de algunos hechizos.
— ¡Qué locura
acabas de decir! —exclamó Julia entornando los ojos y mientras tomaba del brazo
a su amiga agregó— A ver, dime ¿a cuál de los dos Cousiño debemos el milagro de
tu amor?
—Averígualo por ti misma. He visto como aflora la burla
en tus palabras, así que dejaré de mi parte a la intriga; ¿qué te parece?
—Que mala te has vuelto. Comienzo a dudar en lo
beneficioso que puede resultar el amor en algunas personas.
Tomadas del brazo se reunieron con el resto del grupo en
el salón. En ausencia de Julia, doña Isidora, como le gustaba que la llamasen,
había tomado el mando; después de todo siendo la madrina de Gerardo no era
ajena a la familia. La relación de negocios que concertó a ambas familias en un
principio, dio paso a la amistad entre ellas. Su actuar era considerado, no
solo por ella misma, como aceptado, a excepción de Julia que lo vio como una
innecesaria intromisión.
—Así que ustedes se conocían —dijo Carlos.
Las palabras del joven hicieron temblar en su interior a
Julia, como explicaría algo así en frente de todos. Tras no encontrar palabras
en su interior se entregó a lo que supuso era su fin, pero Carlos de quienes
hablaba era de Eloísa y Gerardo.
—Señorita Eloísa, no nos comentó que teníamos un amigo en
común. Gerardo me ha contado, mientras ustedes estaban fuera— dijo dirigiéndose
a ambas—, que había tenido el privilegio de contar con su compañía en Santiago.
—Sí, es verdad. Nos vimos en variadas ocasiones.
— ¿Y tuvieron tiempo para conversar, supongo? —sin
esperar respuesta agregó—. Últimamente he sentido el profundo deseo de conocer
los pensamientos femeninos—dijo dirigiéndose a Gerardo—; más tarde, en privado,
veré la forma de sacarle algunos detalles de esas conversaciones. Deseo
adentrarme en los misterios de la mente femenina.
—Si tu deseo es ese, no me queda más que recomendarte que
lo averigües por ti mismo. Yo jamás traicionaría las confidencias que me
hiciera una mujer y en caso que me sintiera tentado a hacerlo, creo que no
sería a ti a quien las revelaría y, mucho menos asuntos que conciernen a la
señorita Eloísa.
—Le pido disculpas por las indiscreciones de mi hermano
señorita Eloísa —intervino finalmente Fernando—, como usted se habrá dado
cuenta de camino para acá él posee un sentido del humor bastante particular.
— ¿Sentido del humor?, yo más bien le llamaría curiosidad
hermanito—se adelantó a contestar Carlos.
La tarde se hizo
agradable para todos, doña Isidora, que prefirió mantenerse al margen de los
divertimentos de los jóvenes, no pudo evitar mantener sus ojos puestos en
Julia. Había asistido por curiosidad a conocerla y ver la situación de su
ahijado. No pudo seguir posponiendo la visita tras la llegada de sus hijos, la
insistencia de ambos para apoyar a quien consideraban como un hermano había
sido más fuerte que sus excusas; así como no pudo negar que Julia se conducía
con propiedad, a pesar de no haber crecido, como ella conjeturaba, con las
ventajas que proporcionan el dinero y una buena posición social.
6 comentarios:
Holaaaa querida amigaa
¡Qué bueno! Nuevo capi. esto está muy interesante. Me encantó la parte del balcón y él enjugando sus lágrimas, Yo le hubiera dado un beso jajaja No me hagas caso. En fin, vemos que se suman personajes a la novela. Ojalá haya un acercamiento con los protagonistas, me encanta esa espera lo hace más expectante. Un beso amiga
Qué alegría me ha dado al ver un nuevo capítulo, me ha encantado la escena en la que han hablado, me ha parecido muy tierna. Y ahora se complica todo un poco más con la llegada de estos personajes.
A ver que pasa, la dejas muy interesante.
Un beso muy fuerte!!!
Querida Lou, me alegra que te haya gustado el capítulo, más si llevaba tanto tiempo sin publicar. Ya pronto te haré caso, faltan solo un par de capítulos.
Un beso.
Querida Raquel, es bueno saber que te sigue gustando la historia. Ya podrás saber que sucede con los nuevos personajes.
Un beso.
hOLA! que linda historia me ha encantado, paso a saludarte, te gustaría nos hicieramos seguidores? que dices? saludos.
Hi, Jen, he regresado y comienzo a ponerme al día. Qué sorpresa la llegada de Eloísa! y aún más sorpresa de que haya dejado atrás sus reticencias y haya caído en el amor, pronto veré cuál de los muchachos es su "hombre perfecto". Me gustó la escena inicial entre los protagonistas, lástima que Julia haya malinterpretado las palabras de Gerardo. Especialmente me gusta el concepto de que todo lo cotidiano y conocido de la vida cambia y mejora cuando estamos en compañía de la persona amada, descubrimos nuevos encantos cuando compartimos.
Sigo adelante...
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