domingo, 7 de octubre de 2012

La verdad de un mentira


CAPÍTULO X: Secretos de familia


Ya había pasado un día desde la última visita a Gerardo. El andar de Julia era lento, su regreso a casa estuvo marcado por un extraño e inquietante suceso. 


En la soledad de su habitación trató de encontrar una explicación a lo que sus ojos habían apreciado unas horas atrás; por segunda vez durante la semana encontró un carruaje apostado en la puerta de su casa. La primera ocasión no le dio importancia, no había visto a nadie subir o bajar de él por lo que no encontró relevante aquel suceso, pero por la tarde un elegante hombre, vestido de un perfecto negro salía de su casa, en su rostro se reflejaba enojo, demasiado como para verla cuando ella pasó junto a él.

Cuando llegó hasta la puerta de su casa, su madre, parecía estar sufriendo del mismo mal del señor que pasara junto a ella. Su rostro se encontraba enrojecido de furia, sus ojos, llenos de lágrimas por la rabia contenida le indicaron que no obtendría ninguna explicación. Decidida a reconfortarle, Julia, la ubicó dentro en el recibidor, buscó una taza de té para que su madre bebiera, una vez que la vio más calmada se acercó a ella y la abrazó en silencio. La preocupación y afecto de su hija llevaron a la Sra. Isidora a querer actuar de mejor manera; su respiración fue acompasándose poco a poco, hasta que el nivel de alteración disminuyó y le permitió hablar calmadamente; hecho que minutos atrás hubiera sido imposible realizar:

—Hija, por el momento no puedo hablar. Esta situación me ha dejado completamente desconcertada, aunque deseara hablarte de lo que ha sucedido, no podría hacerlo con claridad. Existen ciertos hechos en mi pasado que me avergüenzan profundamente; de los cuales no hablaré contigo y te pido que no me pidas explicación alguna.

—Mamá, si he estoy junto a usted no es porque me interesen sus asuntos con ese señor—dijo un poco enfadada al notar el tono que su madre utilizó para dar por terminada la conversación—. Yo…solo me he interesado por su salud, jamás la había visto en ese estado, y me preocupé sinceramente por usted. Además, sabe muy bien que nunca le pediría que hiciera algo en contra de su voluntad.

—Lo siento, ya ves que nada sacamos hablando por el momento. Temo que te he ofendido con mis palabras; será mejor que olvidemos todo lo ocurrido. Te amo, pero ahora necesito estar a solas.

Con esas palabras que Julia interpretó de sincero arrepentimiento y que a la vez estaban llenas de melancolía, su madre, tras subir la escalera se encerró en su habitación; lugar donde permaneció entregada al llanto hasta la hora de la cena.


El silencio que se produjera durante la comida se hizo notar. Juan, que estaba acostumbrado a que su madre y su hermana comentaran todo lo sucedido durante el día, se sorprendió al  notar que ninguna de las dos tuviera la intención de charlar. Inocentemente comenzó a hablar de su día. Contó cómo había disfrutado la tarde en casa de uno de sus amigos, de sus juegos y de los sueños de niños, que ya ambas tenían por cosas lejanas. Su intromisión trajo consigo un aire renovado en el semblante de sus acompañantes; por su parte, Julia pensó en lo lejano que le parecían aquellos días, sus nuevas ocupaciones se habían llevado lejos todos los ideales que su hermano expresaba con tanto entusiasmo; mientras que la Sra. Isidora disfrutó de ver como su hijo con una sola palabra había disipado toda su tristeza, enojo y desesperanza por la situación que viviera por la tarde, sin duda, su tesoro más preciado era la vida que había alcanzado junto a su esposo, quien a pesar de no estar ya con ella le había dejado cuatro hijos que eran toda su felicidad y dos de ellos eran la representación misma de su amor.



Los pequeños golpes en la puerta devolvieron a Julia a la realidad, la sorpresa de encontrar a su madre llamando la hicieron temer un nuevo desencuentro. Julia, abrió la puerta cuando la Sra. Isidora ya se encontraba unos pasos alejada.

—Mamá, no se vaya. ¿Necesita algo?, ¿se encuentra bien?—fueron las primeras palabras que dudosa logró sacar.

—No es nada hija, solamente deseaba conversar contigo algunas cosas.

—Pase, no tema, que no preguntaré nada; si usted así lo desea—dijo con una leve sonrisa para inspirar la seguridad que su madre necesitaba.

Una vez dentro, su madre, se mostró nerviosa, dubitativa; incapaz de contenerse se abalanzó a los brazos de Julia y comenzó a llorar descontrolada. Aquel dolor conmovió a Julia, quien trató de buscar palabras que aliviaran en algo el sufrimiento, pero no encontró ninguna. Julia, no sabía cómo o de qué manera ayudarla; sin tener ningún conocimiento de su aflicción se limitó a abrazarla fuertemente. Cuando el llanto empezó a sentirse apenas como un sollozo sus ojos se posaron fijos sobre ella. La situación incomodó aún más a Julia que a esa altura ya  no sabía qué pensar.

—Perdón, hoy no me he comportado como madre, más bien parezco una niña chiquita ¿verdad?—dijo tratando de establecer su propia cordura.

—Puede ser que sí, querida madre— con la sonrisa que esbozó trató inspirarle valor a su madre—. Yo jamás la había visto en un estado como el de hoy, ¿se encuentra bien ahora?

—Sí, mi pequeña. Deseo que sepas…

Julia se adelantó e interrumpió a su madre, la preocupación de verla nuevamente llorando superó su curiosidad por saber qué ocurría; así que la detuvo antes que ella pudiera comenzar su discurso:

—Madre, no deseo ocasionar desasosiego en usted con mi curiosidad. Le prometí, incluso antes que entrara, que no preguntaría nada sobre lo que ha sucedido hoy por la tarde.

—No me digas eso, Julia. Necesito desahogarme, ¡ésta angustia va a matarme! A quién podría confiar parte de mi historia, sino a ti, mi hija.


—Está bien mamá. Solo quería que supiera que no debe sentirse obligada a hacerlo.

—Ya lo sé, y no creas que deseo contarte todo, solo será una parte; lo que puedo contarte—dijo evidentemente más aliviada—. Tu padre no ha sido el único hombre de mi vida. Sin duda fue el único hombre que amé, pero no del primero que creí estar enamorada; antes de él…existió otro.

La sorpresa en el rostro de Julia se hizo evidente. Su imaginación la llevó a aventurar que el hombre al que se refería su madre era el mismo que vio por la tarde.

Se enteró que cuando su madre estaba por cumplir diecisiete años llegó a casa de su padre un hombre unos años mayor que ella, que la deslumbró por completo; ella, lo comparaba constantemente con los hombres de las novelas que tanto le gustaba leer por aquel entonces. Su timidez se notaba aún más cuando estaba junto a él, las palabras simplemente no lograban brotar de su boca y su creciente imaginación la llevaban a estar en las nubes la mayor parte del tiempo. Una prima, con quien su madre había crecido como una hermana, se dio cuenta de lo que sucedía y decidió ayudarla. Sus consejos dieron resultados, y al poco tiempo la joven Isidora había conseguido romper su timidez y como consecuencia natural de ello logró acercarse a aquel hombre; no pasó mucho tiempo para que el joven comenzara a mirarla de la manera que ella por tanto tiempo había anhelado, su delicadeza y encantos lograron lo que ninguna otra mujer fue capaz de hacer.

Decidido a que su tiempo de soltería había llegado a su fin pidió su mano en matrimonio; la felicidad de su madre ante aquel suceso habría durado muy poco. Él quiso exigir sus derechos de esposo, incluso antes de que esto fuera posible; bastaron solo unos segundos para que la figura perfecta de aquel hombre se desmoronara por completo ante sus ojos. Y producto de una extraña coincidencia, una muy parecida a la de los libros, apareció el hombre que definitivamente la llevó a conocer el amor.   

—Es por ese motivo que usted siempre ha dicho que mi padre ha sido su guardián.

—Sí, él me rescató del hombre más ruin que haya conocido en mi vida. Nunca reconoció lo que intentara hacer conmigo y exigiendo que cumpliera con la palabra empeñada por mi padre deseaba convertirme en su esposa. A esa altura, tras mi decepción, le odiaba. Mi padre no me escuchó, no quiso saber las razones que me llevaron a revelarme contra aquel compromiso. Además, se había enterado de mi amistad con tu padre a quien nunca vio con buenos ojos, él no contaba con la fortuna y conexiones que mi padre deseaba; sin contar, también, que era viudo y tenía dos hijas.   

—Mamá entonces tenemos más familia, siempre creí que usted no contaba con nadie.

—Efectivamente, yo no tengo más familia que la que he formado con tu padre.

—Pero…por su relato pensé…

—No te confundas mi pequeña, desde hace mucho tiempo que yo renuncié a mi vida anterior, y como consecuencia de ello a la familia de la que forme parte. Lo único que lamento es que mi pobre prima…—tristes recuerdos se agolparon en su mente, sus decisiones sin duda habían afectado a otros— tuvo que tomar mi lugar en la familia.

—A qué se refiere con eso, mamá.

—No me preguntes, querida hija, para mí no es bueno recordar el pasado. Dejémoslo donde debe estar; al fin y al cabo…tú, mi pequeña—le dijo mientras besaba su frente—, nada tienes que ver con él.     

6 comentarios:

Lourdes dijo...

Ohh, ¿nada tendrá que ver? El pasado a veces salpica integrantes de la familia que no han vivido ciertos hechos. Veremos que tal. Me tienes super intrigada. Un capítulo muy interesante sin duda. Ya sabenmos cosillas del pasado de la madre. ¡Qué incógnita cariño! Espero el próximo. Un besote

María Border dijo...

Epa! No me esperaba éste giro.
¿La madre tiene la punta de un hilo?
Ya nuestra pobre protagonista tenía sus angustias y ahora la madre suma otras.
Necesito seguir leyendo, no me tengas mucho tiempo esperando por favor.
Cariños.

Grisel R. Núñez dijo...

Saludos,

Soy Grisel R. Núñez, una de tus compañeras en El Club de las Escritoras. Te he dejado un premio en mi blog, para enterarte de qué va todo entra en la siguiente dirección donde se explica todo: http://cafeteradeletras.blogspot.com/2012/10/liebster-award.html. Luego, podrías dejarme un comentario para entrar a tu página y ver si has continuado con el premio. Un abrazo grande.

Jennieh dijo...

Grisel:

Gracias por el premio, me alegra que me hayas considerado, es un honor para mí. Pasaré pronto por tu blog a dejarte un mensaje y a seguirte.

Un beso

princesa jazmin dijo...

Has introducido de manera increíble este nuevo misterio en la vida de Julia,así que su señora madre tiene un pasado? ya quiero saber más de qué sucedió con aquella prima.
Era bastante frecuente en aquella época cometer este tipo de errores y luego de casada(en este caso incluso antes)encontrarse con una persona totalmente diferente a la del cortejo.
Me gustó la forma en que Julia confortó a su madre, una excelente elección la imagen que le diste.
Sigo con el siguiente.
Besos.
Jazmín.

suelin17dea dijo...

naaa inevitablemente cargamos con la herencia de nuetsros padres, el pasado se hace presente en la vida de Julia , que consecuencias traera?? eso es lo importante.
Espero leerlo pronto.


Besos,