CAPÍTULO
XIII: La espera
A, Gerardo, le costó varios días
recuperar su buen humor, tras la decepción que se llevó una vez fueron
retiradas las vendas. Aquella situación le hizo sentir que caía en un pozo
profundo, donde la oscuridad sería su única compañía. Un momento antes de lo
sucedido, él tenía asumido que no volvería a estar con Julia, pues se había
convencido a sí mismo que no volver a encontrarse era lo mejor para los dos,
pero cómo enfrentar algo así, solo. Su egoísmo lo sorprendió, recordó los
gritos que dio para que todos salieran de su habitación; en aquel momento ni
siquiera escuchó las recomendaciones y excusas que el doctor trataba de darle
para que se calmara, lo único que deseó fue estar solo, pero los recuerdos que
involucraban a Julia se hicieron más presentes que nunca y durante ese día
fueron toda su compañía.
Por qué razón necesitaba a
Julia, él sabía que estar junto a ella no sería fácil. Sentía demasiado rencor por
lo sucedido con sus padres, pero ¿por qué debían ellos pagar los errores de
otros?, aquella pregunta fue decisiva para que tomara una determinación. La
excusa se presentaba por sí sola, la vida le daba una oportunidad para sanar
sus heridas y perdonar. Pero perdonar qué, si después de todo él no fue el afectado
ni ella la causa de los males.
Si él estaba en lo correcto,
Julia, volvería en pocos días para enfrentarlo con la verdad, pero como eso no
era lo que deseaba había apresurado su salida y, con insistente terquedad le había
dado al doctor varias excusas para no permanecer ni un minuto más en aquel lugar.
Desde que ella dejó de visitarlo se había dado cuenta de lo frío y solitario que
podía llegar a ser un hospital. ¿Cómo había olvidado los primeros días que
permaneció allí?, sin duda ella tenía mucho que ver, porque: desde hacía
tiempo, desde aquella vez en el parque; desde que ella le había hechizado más
tarde (única excusa razonable que encontró ante la creciente necesidad de estar
junto a ella), ya no lo estaba. Por su cabeza comenzaban a rondar dudas de si
se podría tratar de amor.
— ¿Amor?, no seas ridículo
Gerardo—se dijo a sí mismo, una tarde en que esperaba a que su secretario le
trajera la respuesta que por varios días había esperado—. ¿Cómo? si en el amor
no hay engaños y eso es lo que hemos estado haciendo los dos, engañándonos.
Luego que Dan, leyera la
carta donde Julia confirmaba que estaba dispuesta a acompañarle por los dos
próximos meses, percibió como una extraña sensación de felicidad lo embargaba.
En un instante, el pensamiento que le pareció tan absurdo anteriormente fue
confirmado en su interior. Sí, lo que sentía por Julia era amor. No había otra
explicación. La insistente necesidad de permanecer junto a ella ya había superado
por mucho la atracción y el deseo que cualquier mujer, con anterioridad,
hubiera despertado en él.
Llevar varias horas sin
poder estirar las piernas fue lo que más incomodó a Julia del viaje en tren;
alrededor de las siete de la mañana se había instalado muy cerca de la puerta
para no hacer esperar a quien llegara a buscarla. El sonido que emitió uno de
los caballos le dio la señal de que ya era hora de partir. Trató de salir
sigilosamente de casa para no despertar a nadie, pero desde la escalera la voz
de su madre le sorprendió de manera especial.
—Hija, espero que te traten
muy bien. Si no te sientes cómoda, no dudes en regresar; ellos no tienen por
qué saberlo, pero tú…eres uno de mis tesoros, el más preciado.
—No se preocupe mamá. Estaré
bien—fue lo único que Julia logró decir ante la sorpresa de ver a su madre, lo
que no impidió que corriera a sus brazos.
Aquel abrazo de despedida
fue especial para ambas. Nunca hasta ese entonces se habían separado, ni en los
momentos más difíciles la Sra. Isidora imaginó que estaría lejos de sus tres
hijas, aunque para ella Jane y Ema estaban viviendo seguras y felices; la
incertidumbre de no conocer a la perfección el lugar donde se dirigía Julia, la
llenaba de angustia. En silencio madre e hija se separaron; y mientras una se
dirigía a la salida pidiendo perdón por sus actos, la otra no dejaba de
encargarle a Dios que cuidara de ella.
Bajo el influjo de los
recuerdos de su despedida en casa, Julia, fue sorprendida por una mujer que
paseaba por los vagones de manera casi familiar que comenzó a entablar
conversación con ella. Le preguntó si era la primera vez que viajaba hasta la
cuidad, porque su cara no le era familiar. Julia, respondió extrañada por la
actitud de la mujer, acción que nuestra amiga comprendió más tarde, pues se
enteró por boca del cochero que se trataba de Isidora Goyenechea, una mujer
importante en la región. Que no solo se había dedicado a dirigir la explotación
de las minas de carbón en la zona sino que además se había preocupado, desde la
muerte de su esposo, a mejorar la vida de los mineros y que era querida y
respetada en la zona.
El viaje desde la estación
de trenes había sido más tedioso y agotador que el anterior. En muchas
ocasiones Julia se preguntó ¿cuánto faltaría para llegar? En su última
detención el cochero le dijo que faltaba alrededor de una hora, y el tiempo ya
estaba a punto de expirar; cuando el sol comenzaba de entregar sus últimos
rayos del día, Julia, luego de haber pensado cómo sería recibida por Gerardo, si
estaría siendo esperada con la misma ansiedad con que ella deseaba verle, si sería
capaz de aclarar todo, sus ojos, se cerraron lentamente sin que ella pudiera hacer
nada para evitarlo. Convencida que las cosas tendrían que hacerse cuando
llegara el momento, y no antes, cayó en un profundo sueño.
Al poco tiempo, sintió como su
conciencia la reclamaba en una especie de murmullo, pero se preguntó por qué se
llamaba con una voz que no era la suya; —un sueño—se dijo. Pero la voz insistió
en no permitirle descansar.— ¡A callar!—se dijo con autoridad, sin
embargo, bajo aquella insistencia suya de no permitirse dormir, abrió los ojos.
Ver sorpresivamente a Gerardo la hizo ruborizar, no solo porque estar frente a
él la llenó de felicidad, sino que además, comenzó a preocuparle de que
seguramente su aspecto, en ese momento, no era el más apropiado para que se
volvieran a encontrar. — ¡Por Dios!, ¿qué aspecto tendré?—se dijo, mientras
trataba de acomodar lo mejor que podía su ropa y peinado—. ¡Seguramente te vez
horrible, Julia!—, le respondió la voz de su propia vanidad.
Contempló, con sorpresa, la sonrisa
que amablemente Gerardo le ofrecía. Solo en ese instante se detuvo; su alivio
fue inmediato al percatarse que por lo menos él no se enteraría de cómo lucía
aquella noche.
12 comentarios:
¿La fue a buscar al tren?
¿Y me dejas así?
Quiero leer lo que sigue.
Cariños
Hola guapísima!, tienes premio en mi blog:
http://dulcecautivalopez.blogspot.com.es/2012/11/premio-liebster.html
¡Espero que te guste!, bs!
Ayyy, que ha ido a buscarla!!!!¿Cómo lo dejas así????
Espero el siguiente para ver lo que se dicen...
Me encanta como va la historia!!
Un besazo!!
María, no, el la estaba esperando en su casa; creo que la última imágen ha generado una confusión, pero es que la subí para darme gusto; me encanta como aparece allí.
Espero ya ir siendo más constante y poder subir el capítulo el día que prometí.
Un beso.
Dulce, gracias por pensar en mí. ¡Claro que me gusta el premio!
Haré una entrada con él dentro de los próximos días.
Un beso.
Raquel, me pone contenta que te guste el hilo de la historia. Ya pronto sabremos qué ocurre con ellos.
Un beso
Ay que bello se encontraron y sabrá Dios que pasará.
Me gusta que él ya tenga definido sus sentimientos, eso es bueno.
Creo que Julia ya sabe lo que siente. Espero que alguno de los dos se anime a dar el primer paso. Exquisita escritura mi niña, te felicito. Un beso grande.
Lou:
Sí, así es Gerardo por fin dejo de buscar excusas y asumió lo que siente, y con respecto a Julia ya veremos que sucede con ella y sus sentimientos.
Gracias, por el ánimo que siempre me das, las visitas y comentarios de ustedes me ayudan para ir dando, en parte, forma a esta historia.
Un beso grande para ti también.
Gerardo se encuentra en una verdadera encrucijada al reconocer como amor la dulce sensación que le provoca Julia, y al mismo tiempo saber que los numerosos engaños y malentendidos que los rodean podrían llegar a destruir ese tierno sentimiento.
Además, tiene que aprender a vivir con su nueva condición, que lo coloca en un lugar de vulnerabilidad importante.
La historia está preciosa, Jen, y las imágenes una delicia.
Besos.
Jazmín.
Me gusta mucho poder leer no dicho, cada pensamiento y mas en este caso la voz de conciencia en Gerardo. El querer negarse y luego aceptar el Amor, muy buen enfoque y modo de tratar. Ya luego con la llegada jiji pobre Julia, verse asi justo en el encuentro es parte de la vida , creo porque pasan cosas que jamas esperamos. Muy romantico todo , causa un nerviosismo que me anima a seguir viendo que va a pasar ...
BEsos
Sigo leyendo
Me gusta mucho poder leer no dicho, cada pensamiento y mas en este caso la voz de conciencia en Gerardo. El querer negarse y luego aceptar el Amor, muy buen enfoque y modo de tratar. Ya luego con la llegada jiji pobre Julia, verse asi justo en el encuentro es parte de la vida , creo porque pasan cosas que jamas esperamos. Muy romantico todo , causa un nerviosismo que me anima a seguir viendo que va a pasar ...
BEsos
Sigo leyendo
Otra cosa q rescatar me gusto esta frase : Pero perdonar qué, si después de todo él no fue el afectado ni ella la causa de los males. Es tan cierto, no somos culpables del pasado de otros, aunque nos influyen siempre podemos marcar la diferencia , creo q ya me puse muy filosofica jijij pero es cierto. Nuestra vida, una vida, los responsables, solo nosotros.
Besos
Publicar un comentario