Capítulo
VI: Decisiones
Continuación…
El silencio que se produjo, luego que la puerta se cerrara,
inundó de súbito la habitación. Ambos, se encontraban sumidos en sus propios
pensamientos.
Por su parte, Gerardo meditaba en si su actuar había sido
el correcto. Él sabía perfectamente quien era la mujer que se encontraba en la
habitación. En un principio el asombro de saber que estaba allí, le había
impedido reaccionar rápidamente; y una vez que sintió el titubeo, en la
seguridad antes mostrada por Julia, decidió intervenir para estar cerca de ella.
No había podido olvidar su voz, a su mente llegó el día
que la conoció. Creyó que darle algo en qué pensar, a una persona tan joven
como ella, le serviría para sacarla de su estado. Le sorprendió, que a pesar de
su fragilidad en ese momento, tuviera la entereza de contestarle con decisión.
La duda que sembró en ella le permitió, unos meses después, ver como instalaba
un negocio propio, aunque a esa altura ya conocía detalles de su vida y el porqué
de la sensación que le produjo en aquel primer encuentro. Más tarde, en su
segundo encuentro, el que había planificado por mucho tiempo, decidió ignorarla
por su propio bien; no sabía si sería capaz de perdonar el pasado que hasta hace
muy poco ignoraba que los unía.
A Julia, ese extraño silencio comenzó a desesperarla.
Necesitaba de alguna manera romper el hielo; pensaba que si la confusión de
Gerardo era cierta, ella bien podría aprovecharla. No deseaba en forma alguna
ser insensible, aunque bien sabía que aquella mentira se debía a su propio
egoísmo. Por un instante, deseó decir la verdad y dejar que él decidiera si quería
o no su compañía. ¿Recordaría Gerardo su encuentro?
Gerardo, salió primero de su abstracción y comenzó a
sonreír; la reacción de Julia fue inmediata, le encantaba verlo así. Le recordó
al instante, la primera vez que lo vio, pero le faltaba mirar sus ojos, aunque
estos fueran los causantes de un alejamiento definitivo; porque sin duda serían
ellos los que develarían la verdad.
— Querida prima, acérquese. Como ve, en mi condición no
puedo encontrar a nadie si no vienen a mí. ¿Cuánto tiempo ha pasado?, la última
vez que la vi, usted estaba muy desconcertada por mi actitud. De aquella vez ya
va como un año, ¿verdad?
Gerardo, sintió como Julia se acercaba. Cuando creyó que
estaba a su lado, extendió su mano para coger la de ella; la acarició
suavemente, con ternura. Era inevitable el querer tenerla cerca, aunque por
muchos meses había luchado para alejarse de ella; había sido el mismo destino
que una vez más los tenía frente a frente, resignado a este exclamó:
— Necesitaba tanto que estuviera a mi lado una persona que
me apreciara de verdad. Al venir acá, usted, me ha demostrado que le importo
más de lo que pensé. No creí que recordaría a un familiar que tanto disgusto le
causó con su última conversación.
— Verá…—dijo Julia sorprendida de sí misma y de que las
palabras salieran, aún cuando sus mejillas estaban teñidas totalmente por la insistencia
de Gerardo en sujetar su mano—no crea que le guardo rencor. Sus palabras,
aunque en ese momento no las comprendí de inmediato, me han ayudado a salir del
terrible dilema en el que me encontraba— ¡Qué tonta se sintió al querer
pretender que ambas conversaciones tratarían de lo mismo!, pero agregó— Yo, siempre
le recuerdo con cariño. Es usted una persona muy especial para mí.
— Con esa respuesta me deja usted tranquillo; ahora sé
que mi percepción sobre las personas no falla. Sinceridad, creo que así debería
llamarse, pero cuénteme ¿cómo está su madre y sus hermanos?
— Todos se encontraban perfectamente cuando les dejé.
— Prima—llamó Gerardo, cuando Julia se zafó de su mano
después de su última intervención. Estaba consciente de lo doloroso que debió
ser para ella su comentario, pero por lo menos uno de los dos debía decir la
verdad y, como él no había comenzado no estaba dispuesto a dar ese paso.
— Sí, estoy aquí no sé preocupe que le haré compañía por
unos minutos más.
— De eso precisamente quería hablarle. Si esto no significa un
problema durante su permanencia en la cuidad, me gustaría pedirle me acompañara
en mi recuperación. Necesito de una persona como usted a mi lado, que se
preocupe de mí sin buscar recompensa en ello, que me mantenga informado y, por
sobre todas las cosas mantenga alejado a todos esos chismosos que no hacen más
que pasar por aquí. Claro, ellos lo hacen confiados en que no puedo ver, por
ahora, pero creo que olvidan que aún me quedan otras maneras de percibir a las
personas.
En ese instante, fue interrumpido por la risa de Julia; ella
recordó el diálogo entre las enfermeras y también su intención en hacer lo
mismo. Pensaba solo pasar y desde la puerta observarlo.
— A qué se debe su risa, si ve algo de absurdo en mi
petición, dígamelo. No veo razón alguna para que actúe así— dijo enfáticamente
Gerardo, al no entender que sucedía.
— No se disguste; solo que antes de llegar aquí escuché
una conversación en la que lo mencionaban y decían precisamente lo que acaba
usted de comentarme.
— Ya ve como soy comentario de todos por aquí, necesito
de usted. Cuando sepan que alguien me acompaña no se atreverán a pasar por aquí
y verme como algo en exhibición.
Julia, mientras tanto, trataba de encontrar una solución
a la petición de Gerardo; si bien por una parte deseaba estar junto a él, ¿quién
se preocuparía de sus obligaciones? Entonces, llegó a la conclusión que a media
tarde podría cerrar la floristería por un par de horas para acompañarle.
— Está bien, vendré todos los días. Le advierto, que
podré quedarme por un poco más de una hora. No debo desatender lo que me trajo
a la cuidad y mucho menos a quienes me han hospedado con tanta amabilidad en su
casa.
— Con eso me conformo, por ahora— le advirtió sonriente—,
pero yo pensaba que su viaje se debía exclusivamente por mí.
Ninguno de los dos supo más que decir; ambos estaban
convencidos y satisfechos de lo que habían conseguido con ese encuentro.
Gerardo, por su parte admiraba la valentía y osadía que
impulsaron a Julia para estar allí, sin duda, quedaba poco de la muchacha que
conoció en el parque. Y, aunque hasta hace muy pocos días había dejado de verla
deseaba poder admirarla una vez más.
5 comentarios:
¡Me encanta! Deseo saber ese pasado de Gerardo por Dios. En cuanto la escena de la mano me gustó mucho, seguro que Julia lo visitará a menudo. Que bella historia cielo, que interesante. No tardes en actualizar sabes que espero novedades. ¡Un gusto leerte!
Mmmm, luego de leer el capítulo anterior no me esperaba que la cosa terminara bien, pero parece que tanto Julia como Gerardo le ven utilidad a esta situación.
Peculiar es lo menos que podría decir de esta relación,pero debo decir que me encanta que no se tuteen(todavía) eso le da un puntito muy interesante a sus conversaciones.
Me gustó ver algo del punto de vista del caballero y qué piensa él de Julia y principalmente porqué se portó de la forma en que lo hizo la última vez que se vieron.
Linda, no le pones rostro a tus protagonistas?la carita de quiénes tendrían?...
Me despido aguardando la continuación de la historia.
Un beso!
Jazmín.
Querida Lou:
La vida de algunos personajes se mantendran como un misterio aún, pero existen situaciones que nos daran algunas luces.
Un beso.
Querida Jazmín:
Al parecer los personajes tienen conductas muy poco usuales, su vista se esta nublando cada vez más.
Ja,ja, me alegra que te hayas dado cuenta de que ellos no se tutean, aún pretendo mantenerlos así, seguramente alguno sorprenderá al otro cuando lo haga.
Jazmín, lo que ha sucedido hasta ahora con el rostro de los personajes o mejor dicho "lo que no ha sucedido con ellos", es que me da un poco de temor; por mi parte me gustaría poner a los protagonistas de la serie Norte y Sur, a ver si algún día me atrevo y lo hago.
Un beso.
"Con eso me conformo por ahora " esa frase me mato, es muy inetresante el ver como las personas van creciendo y siendo mas maduras o jugadas con las cosas que hacen. Julia es muy valiente y Gerardo con su personalidad media pesada lo hace muy atractivo.
Sigo leyendo...
Publicar un comentario