CAPÍTULO
XIV: La cena
El
tiempo para que Julia descansara se extendió un par de horas. Gerardo, luego de
percatarse del motivo por el cual ella tardó en responder a su llamado,
consideró bastante oportuno retrasar la cena para las nueve.
El
tiempo que le fue concedido a Julia, resultó más que suficiente para que ella
pudiera prepararse de la mejor manera, no solo en cuanto a su elección de
vestimenta; sino que también, a lo referido con sus emociones. Controlar la
ansiedad que le producía el estar allí fue la tarea más difícil que debió
afrontar. En un principio se sintió feliz de llegar hasta donde se encontraba Gerardo,
pero la llegada de una mujer, luego que fuese instalada en una de las
habitaciones, la llenó de preocupación; su mirada inquisidora, de temor; y su
silencio, de incertidumbre. Para cuando fue dirigida hasta el comedor, sus
nervios habían cedido, sin embargo, ver nuevamente a la extraña mujer allí le
produjo un escalofrío que rápidamente llenó su mente de miedo. Julia, pensó que
tal vez, ella conocía a la verdadera prima de Gerardo y que en ese momento la
estaba descubriendo ante él.
La
sorpresa y alivio inmediato que produjo la actitud tan familiar de Gerardo, le
indicaron a Julia, que ninguno de sus temores tenían justificación, en un
instante la mujer cambió su actitud y le dedicó una alegre sonrisa, luego al
dirigirse a la salida tocó su hombro y le dijo algo que Julia no comprendió,
pues hablaba en una lengua diferente a la nuestra, no teniendo tiempo siquiera
para memorizar por lo menos una de las palabras.
La
cercanía de ambos despertó cierta inquietud en Julia, nada de cuidado, pues la mujer
ya lucia ciertas huellas del pasar de los años; su piel estaba delgada y sus
ojos demostraban cansancio; el mismo que a cierta edad todos llegamos a
demostrar, y su cabello era sin duda una muestra más de ello, su color ya estaba
siendo acompañado por otro tono, uno más blanquecino.
Para cuando quedaron a solas
la curiosidad de Julia había crecido enormemente. En su cabeza, habían
comenzado a nacer toda clase de especulaciones sobre lo expresado por la mujer;
no teniendo que esperar demasiado para satisfacer su deseo de saber quién era y
el porqué de su actitud tan cercana para con Gerardo, él comenzó la
conversación diciendo:
—Ella es mi “Ñuke”, mi “Papai”
como le digo con cariño
— ¿Qué significado tiene?,
primo no entiendo nada de lo dice.
—Significa “madre”, pero yo
prefiero decirle “papai” , aunque significa lo mismo es más afectuoso en su lengua.
—Entonces, ¿entiende lo que
ella dijo antes de retirarse?
—Sí, a la perfección—dijo
guardando silencio.
—Pero es que no me va a
contar lo que quiso decir—dijo Julia con impaciencia—, porque de seguro se
trataba de mí, ella tocó mi hombro mientras salía de aquí.
—Sí, se refería a mi
queridísima prima. María, dijo que usted tenía los mismos ojos que mi madre.
Sin salir de su asombro,
Julia, trataba de no pensar en aquellas palabras, pero su silencio llamó la
atención de Gerardo.
—Señorita, su silencio
comienza a preocuparme, existe algo que no sea de su agrado.
—No, todo está bien, perdóneme
usted. Es que me encuentro un poco cansada.
—Ya veo.., en realidad no
muy bien; ¿por qué será que tenemos la costumbre de utilizar palabras que no
corresponden?.
—Debe ser porque finalmente
las entendemos; y así queramos decir entiendo, comprendo o ya veo para todos
los casos da lo mismo.
—En mi caso, créame que no—dijo
con una sombra de tristeza en su rostro—, pero cómo no deseo cuestionar el
porqué de nada, le haré otra pregunta: ¿se da cuenta que hemos vuelto a
tratarnos de usted?
—Sí, y es lo que corresponde—dijo
Julia un poco más seria al recordar la escena en el hospital.
—Pero si mal no recuerdo la
última vez que nos vimos nada parecía encajar.
—Puede que para usted nada
tuviera sentido, sin embargo, yo nunca me tomé tal concesión con usted.
—Es verdad, no lo recordaba
claramente—dijo un poco más animado para cambiar la dirección de la
conversación, al notar el malestar de Julia con el tema—. Si usted lo desea le
permito llamarme como guste.
Aunque en su corazón, Julia,
ya no podía llamarlo más que por su nombre no dudó en decir que debían seguir hablándose
como siempre lo habían hecho. La renuencia de Gerardo a no dejar el derecho que
pensó haber ganado fue derrotada por la razón que impuso ella en aquel momento.
—Está bien, querida prima, usted
gana; ahora, cambiemos de tema y dígame que le parecen los cambios que he
realizado en la casa, usted, sin duda, debe recordarla muy distinta.
En ese instante, nuestra
amiga, comenzó a observar la estancia donde se encontraba. No habría reparado
en ella si Gerardo no la hubiese mencionado; lo primero que apreció fue lo
espacioso del lugar y lo bien iluminado que se encontraba; las paredes adornadas
por varios cuadros, cuya composición un tanto moderna, hacían contraste con los
muebles, los que seguramente llevaban más tiempo allí que su actual dueño. La vergüenza
de Julia, al sentirse como intrusa al observar tantos lujos, solo se disipó al
ver como se asomaba una pequeña sonrisa en el rostro de su anfitrión; quien
llevaba muy bien un traje azul que hacía contraste con el color de piel.
—No, no lo recuerdo. ¿Cuánto
tiempo ha pasado desde que estuve aquí por última vez? Estoy segura que fue
cuando muy niña—respondió una vez que pudo volver en sí
.
—Efectivamente, usted, debía
tener cinco o seis años la última vez que estuvo por aquí con su madre. Resulta
frecuente que olvide que el único habitante permanente he sido yo. Estar lejos
de todo fue la razón por la que me dejé convencer para vivir en la capital; la
soledad es algo que no soporto y como usted se habrá dado cuenta el viaje es
exageradamente largo; por lo que muy pocos se atreven a venir hasta aquí
.
—Tiene razón en cuanto a la
distancia, pero debatiré lo de la soledad. Siempre me he sentido a gusto con
ella, el silencio es algo como una necesidad para mí.
—Entonces he estado
equivocado, pensé que usted disfrutaba de mi compañía tanto como yo de la suya.
—No tome a mal mis palabras,
primo, con usted es diferente. Siento que respeta mis opiniones, aunque sé que
en ocasiones pueden estar muy lejos de la verdad.
—Entonces, ¿no tengo de qué
preocuparme?, ¿no me va a dejar pronto?, ¿verdad? ¿Hasta cuándo podré retenerla
conmigo, prima?
—Creo que tendré que marchar
inevitablemente la segunda semana de febrero o si usted mejora antes no tendré
inconveniente en hacerlo cuando eso suceda—dijo Julia prevenida, aunque por su
mente pasó también la posibilidad que si él mejoraba antes, y sentía un afecto
verdadero por ella para ese entonces, podría perdonar su mentiras y apreciar su
preocupación.
El hecho que ambos guardaran
silencio atendía a razones distintas, por su parte Gerardo lo guardó para
complacer a su querida Julia; mientras, que ella lo hizo por temor a que su
conciencia la traicionara y comenzara a habar de todo con sinceridad; pero no
por ello la cena dejo de estar frente a ellos y ser objeto de sus atenciones
también. Por momentos, Julia, sentía como la mirada de Gerardo se posaba sobre
ella, aunque sabía de antemano que él solamente podía ver sombras no pudo
evitar el sentirse nerviosa, sabiéndose observada de un modo u otro.
Hacia el final de la velada
se dirigieron a la biblioteca, lugar donde ambos conversaron animadamente sobre
el viaje, la salud y sus familias.
Cuando, Julia, tras un
extenuante día, llegó a descansar a su habitación tuvo la necesidad de analizar
todo lo sucedido, pero su cuerpo reclamaba descanso; por lo que vio imposible
el hecho de ahondar en detalles. Para la mañana siguiente Gerardo le había prometido
dar un paseo por los alrededores, invitación que ella no pudo declinar, a pesar
de la hora en que debían comenzar. La curiosidad de conocer aquellos lugares
pudo más que su deseo de descansar, pues ella, momentos antes de su arribo, se había
quedado dormida y cuando bajó del transporte, ya había oscurecido.
9 comentarios:
Aquí estoy, sufriendo con Julia y su secreto. Con Gerardo y su ceguera. Espero con ansias el paseo. Cariños.
María:
En ningún momento ha sido mi inetnción causar sufrimientos, menos a ti. Prometo que trataré de enmendarme en los próximos capítulos.
Un beso.
Jennieh, estoy muy atrasada con la historia y siento que me he perdido muchas cosas, de allí que pase con un ojo cerrado, a fin de evitar spoilers.
Prometo ponerme al día muy pronto, porque tengo unas ganas tremendas de leerlo todo de un tirón, y seguro que luego me lamentaré por no tener más ;)
Besos, feliz inicio de semana.
Aglaia:
No te preocupes, puedes pasar por aquí cuando quieras, eso sí espero satisfacer tus gustos.
También deseo que tengas una linda semana.
Un beso.
Precioso capítulo. Cada vez la mentira se lía un poco más. Esperaremos al paseo a ver que sucede.
Un beso!!!
Ay pobre Julia que peso tiene de mantener una mentira. Sin embargo permanecer al lado de Gerardo para ella debe ser maravilloso. Así es el amor. Me encanta el capítulo leído. Menos mal que pasé y descubrí que habías actualizado. Tengo el tiempo un poco contra mí, pero no quería dejar de pasar para saber de esta hermosa historia. Gracias cariño. Un beso enorme. Lou
La situación ha cambiado bastante para nuestros protagonistas pero afortunadamente(por ahora) pueden estar solos los dos, aunque cada uno tenga razones para no revelar sus secretos.
Interesante la aparición de la mujer misteriosa, ya quiero saber más acerca de ella, pero es evidente que Gerardo la adora.
Me gusta mucho lo que dices acerca del silencio y cómo a veces se vuelve una necesidad para las almas sensibles y cómo, si somos afortunados, podemos compartir ese silencio con otra persona que es como parte de nosotros mismos. Así de cómodos que podemos sentirnos con ella, y ser auténticos, y libres...
Gracias por hacerte un tiempito para escribir.
Un beso!
Jazmín.
Jennieh, no te preocupes, me encanta sufrir con los protagonistas. Cariños.
Hola belleza, te he dejado un regalito en el Vulturific. Un beso enorme.
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