El
timbre no tardó en anunciar el sonido esperado, pero aun así cuanto tenía en
sus manos cayó inevitablemente de ellas. Palideció y sonrojó en un lapso de
tiempo tan breve como para no saber cuál
de las dos vino primero, respiró hondo y miró por la ventana, la ansiedad lo
recorrió por completo, desde arriba solo veía un sombrero con un ala muy grande
que no le permitió ver el rostro que
tanto anhelaba. Bajó corriendo, se miró por última vez en el espejo y sonrió,
tomó las llaves y salió, no quiso pensar en lo que podría suceder; esta vez no
se permitió imaginar nada, tal vez por miedo a la decepción. A pesar, que
albergaba una esperanza no permitió que creciera más de lo que había sido hasta
ese momento.
Caminó
muy lento, miró a todas partes menos donde se encontraba ella, hasta cuando por
fin estuvo delante y se atrevió a mirarla. Realmente estaba muy cambiada, lucía
una figura esbelta y elegante, por un momento olvido respirar, lo que produjo
en él esa sensación le agradó; su cara era la misma, aunque en sus ojos no
existía el brillo que recordaba; pero tampoco encontraba en ellos esa expresión
de cuando la vio por última vez. Pensó que aquello era bueno, porque veía una
disposición, que tal vez, lo acercaba al perdón.
Caminaron
por el pasillo hasta la entrada de la casa, durante el trayecto no pudo evitar mirarla, pero no descubrió su
rostro por el efecto del sombrero. Trataba de recocer en cada paso a quien
tenía a su lado, descubrió en ella una nueva seguridad que ya no sólo estaba en
sus decisiones, sino que era capaz de transmitir a otros, y le fascinó. Al
cruzar la puerta ella por fin se deshizo del sombrero que llevaba y con mucho
agrado Antonio, vio como su cabello caía de sus hombros hasta su cintura.
Ninguno
pudo decir palabra por unos instantes, durante estos se miraban fijamente
reconociéndose, y cada uno sintió como los recuerdos afloraban. Antonio se
volvió a llenar de angustia, aunque le costó vencer sus temores rompió el
silencio y dijo al fin:
— Te
esperaba con ansias... no sabes desde hace cuánto— dijo con nerviosismo
—
Creo que hace cinco años— respondió con una sonrisa e ironía.
Por
medio de esta respuesta creyó saber cuál sería el resultado de todo, y abandonó
su esperanza, hasta que ella renovó la conversación.
— Perdón
no debí contestar así, me deje gobernar por mis sentimientos, una vez más; y,
como podrás ver no son los mejores que digamos. –levantando lentamente la
mirada añadió— Seré franca, por ningún motivo antes pensaba en venir, pero me
encontró tu novia y me pidió que viniera a verte…. Podrás imaginar cómo me
sentí cuando llegó de lo que hace tanto vengo huyendo… del pasado…. Pero
pensando que sería bueno terminar de huir y enfrentarlo para poder continuar me
decidí y aquí estoy.
—
Yo… no sabía nada de todo esto me enteré hoy y, debo decir que cuando te vi
ayer me confundí por completo; además, mi sorpresa fue creciendo conforme
pasaban las horas. Elena rompió nuestro compromiso…, está enamorada de otro
hombre— un destello en los ojos de Camila hizo un nudo en su garganta— En
realidad debo admitir, sin remordimiento, que me ha dado gusto. Por nada
deseaba dañarla; y, este sentimiento de culpa aumento desde que te vi.
El
silencio que vino luego de esto fue interrumpido por la llegada del gato de
Antonio, quien comenzó a juguetear con los vuelos del vestido de Camila, la que
vio con agrado al pequeño animal y el cual le sacó una sonrisa muy sincera. El
logro del animalito fue bien recompensado por su amo, dirigiéndose a la cocina
para alimentarlo, seguido por Camila quien le hacia una inmensidad de preguntas
sobre el —gatito —, como finalmente le llamó. Se dio cuenta, además, que
permanecía en ella la sencillez, con la cual siempre le resultaba fácil
extender una conversación, aun siendo el tema de la misma de lo más
insignificante. Ella en un momento se
percató de su exceso y volvió a callar, pero Antonio estaba dispuesto a saber
qué opinaba sobre el cambio de escenario que le advirtiera antes de ser
interrumpidos.
—
Lamento las molestias que viviste al ser encontrada por Elena, pero es
impulsiva y muchas veces no mide los alcances de su actuar. Además, creo que no
era necesario que le explicara sobre mis sentimientos por ti; sé que ella los
conoció siempre.
—
Pero aún así estabas dispuesto a compartir una vida junto a ella— dijo a modo
de reproche Camila—, no creas que ha sido en vano mi visita. Tengo, debo
desahogarme, quiero decir todo lo que he guardado durante este tiempo. Cuando
me fui esperaba regresar para vengarme. Deseaba con todas mis fuerzas recuperarme
para hacer hasta lo imposible por dañarte— miró por la ventana como si
estuviera ausente— pero no pude… y hoy veo una oportunidad para ser libre, lo
comprendí antes de aceptar regresar, supe que debía perdonar; aunque te fueras
a casar y yo sintiera un profundo dolor.
Con
estas últimas palabras Antonio sintió una oleada de felicidad, ¡ella le
perdonaba y sentía algo por él! Camila le explicó su perspectiva de lo
sucedido, ella deseaba ver hasta donde él era capaz de llegar luego que
Alejandro le advirtiera sobre su actuar con las mujeres, pero que finalmente no
pudo soportar todo aquello; reconociendo en él un excelente actor, y que sus
sentimientos estaban más involucrados de lo que ella creía hasta entonces.
También,
Camila trató de exponer como sus sentimientos se fueron definiendo con el
tiempo; pues ella aunque no lo quisiera reconocer, desde un principio sintió
que era un juego, nunca había sido objeto de las atenciones de ningún hombre
hasta que apareció él con ellas. Y en un comienzo fue divertido, pero luego de
las advertencias de Alejandro y como actuaba Antonio se sintió ridiculizada y
su amor propio le impidió dejarse envolver por una fantasía. Cuando estuvo
lejos, la distancia y el tiempo se encargaron de hacerle ver que sentía algo
profundo por Antonio, y sus deseos de venganza fueron menguando. La visita de
Alejandro le había sorprendido unos meses después, haciendo que dudara de su
determinación de no volver cuando le contó cómo era la vida de Antonio, de sus
excesos y esfuerzos por sobreponerse ante su ausencia y, que cada día que
dejaba pasar le hacían temer sobre su reacción, hasta cuando por el contacto
constante que tenían se enteró que estaba a saliendo con Elena y, fue cuando le
pidió que no volvieran a comunicarse por ningún motivo.
Elena,
la había sorprendido en el momento que ella estaba lista para aceptar una
propuesta que la llevaría a estar ausente del país, por lo menos dos años, y
supo que el momento tan temido había llegado, debía regresar y cerrar ese
capítulo en su vida. Agregó que Elena jamás se refirió a la noticia que él
acababa de develarle.
Luego, que se aclarase todo entre
ellos llegó el momento que por tanto tiempo esperaron, y que no pensaban que
ocurriría. Se acercaron hasta quedar uno frente al otro, Antonio sintió el
nerviosismo de Camila, y sonrió al ver el rubor que afloro por sus mejillas.
Cuando ella miro al suelo, pues era incapaz de mirarlo a los ojos, él le
levanto la barbilla y pudo notar que en ella la respiración se volvía algo
difícil de concretar. No pudo evitar sonreír, por lo que la mirada de ella se
torno suplicante, acaricio su rostro, lo recorrió completamente, cada surco,
cada detalle y se detuvo en sus labios que temblaban levemente, ella nuevamente
trató de evitar su mirada, y su cabello cayo delante por lo que debió recogerlo;
él lo enredó sus dedos, sujetándolo. Se acercó aún más, con su mano libre la
tomó por la cintura y pudo sentir como ella también lo envolvía con sus brazos,
no podría resistirse, mientras su primer impulso era besarla con pasión recordó
que entre ellos sería su primer beso; deseaba que fuera especial, por lo que
decidió ser muy cuidadoso. Comenzó a besarla suavemente en el rostro, recorrió
cada rincón; comenzó por su frente, luego, continuaron sus mejillas, nariz y
mentón y cuando llegaba a lo único que faltaba no pudo evitar suspirar, esto
como una respuesta que indicaba el fin
del dolor; y, la llegada del alivio se hizo instantánea. La felicidad recorrió
su cuerpo por completo. Deseaba que aquel momento fuera eterno, y quedó sorprendido
al percatarse que sus labios ya estaban siendo suavemente besados por Camila,
envolvió con sus manos su rostro. Frente a aquel escenario Antonio, le susurro–
te amo— y un casi inaudible— yo también—recibió como respuesta. Para el final
de aquel día Antonio, sentía fuertemente en su pecho el latido de dos corazones.