CAPÍTULO
III: El anhelo
Al pasar los meses, Julia y su madre, habían logrado
instalar una floristería muy bien ubicada; que les proporcionó cierta
tranquilidad y estabilidad económica. En un principio la Sra. Isidora acudió a
la influencia de algunos amigos para que le sirvieran como garantes, pero para
ella fue determinante el volver a utilizar el apellido de su padre. El banco sin objeción le dio las
concesiones que solicitaba. Ambas pensaron en lo exagerados de los intereses, pero
considerando que no perderían la casa, finalmente les parecieron razonables; llegando a la
conclusión que los beneficios superaban cualquier sacrificio.
Por la excelente ubicación y la buena idea de qué vender,
a Julia, le fue bastante bien desde un comienzo y, tras abandonar aquella
preocupación comenzó a tener un extraño deseo. Deseaba volver a
encontrar a aquel hombre, quien con aquella corta y extraña intervención en su
vida le había entregado una nueva ilusión; si debía ser sincera, Julia, habría
tenido que confesar que desde aquella tarde no pensaba en ninguna otra persona
más que en él. Deseaba sentir nuevamente su mirada posándose sobre ella; y, aunque
sus ojos no poseían ningún rasgo fuera de lo común, en cuanto a color o forma,
mostraban una intensidad que, al recordarlo, le producía satisfacción; sin
contar, además, que deseaba darle las gracias por su consejo.
Ella, sabía de
antemano que aquello era imposible, de él sólo sabía su nombre y nada más, y con
ello no se atrevería a buscar más antecedentes con sus conocidos; sabía
perfectamente que ello podría prestarse para comentarios mal intencionados,
después de todo, aquel día ella se había dado cuenta perfectamente que
pertenecían a clases sociales muy distintas.
No pasó mucho tiempo para que la compañía que alquilaba
el teatro, que quedaba justo en frente de la floristería, comenzara a anunciar
su próximo estreno, Julia, confirmó una vez más, la buena decisión que había
tomado; más y más personas transitarían por el lugar y debido a las funciones
la demanda por sus flores aumentaría en lo sucesivo; si bien esto puede parecer
un paréntesis creo preciso contarlo debido al vuelco relevante que tendrá la
historia a continuación.
Una mañana, muy temprano cuando Julia comenzaba a preparar
todo para abrir, varios hombres comenzaron a pasearse frente al teatro, su curiosidad la llevó a apostarse fuera del
local y observar que sucedía allí. Pudo ver cómo, desde uno de los dos carromatos
que habían traído consigo, descargaban unas escalas y varias herramientas, las
que utilizaron para fijar en la parte frontal del teatro con gran maestría una
especie de manto. Cuando comenzaron a soltar las amarradas y comenzó a ser
desplegado, ella, vio con sorpresa los ojos que desde hace tanto anhelaba, sin
duda, Gerardo era quien aparecía en la pintura; era la misma mirada que
recordaba, no pudo evitar estremecerse al saber que le volvería a ver; aunque,
fuera de lejos.
Julia, desde aquel día comenzó a transitar por la avenida
que llegaba justo frente al teatro, para así, desde la distancia poder
contemplar la imagen que este le ofrecía; por alguna extraña razón sentía
demasiada vergüenza al mirar desde la vitrina de la floristería por lo que
prefería mirarle de lejos.
Su mente la llevaba a pensar que en cualquier
momento Gerardo cruzaría aquella puerta para comprar un arreglo, pero los días
transcurrían y nada sucedía; su sueño comenzaba a desaparecer cuando de pronto
él cruzó la puerta. Por un instante, Julia, creyó ser reconocida, pero se dio
cuenta que él observaba atentamente las flores; el nerviosismo que sintió en
aquellos minutos fue lapidado más tarde con la indiferencia de él. En ningún
momento pudo reconocer al hombre del Parque Cousiño; y en los días sucesivos lo
único que le permitía tener consuelo eran los sentimientos que habían crecido
fuertemente en ella por los recuerdos que tenía de él, que eran muy diferentes
de los de aquel hombre, distante y frio que se presentó en la tienda.
6 comentarios:
Hola Jennieh, se me había escapado el segundo capítulo. Me encantó el encuentro de Gerardo y Julia y muy tierno el beso.
Ella se ha quedado encantada con él, pero al volver a verlo ha visto otras cosas de él.
Me gusta como va la trama, estoy deseando leer a ver como sigue la historia. Escribes de maravilla.
Un beso!!!
Hola, Jennieh. En seguimiento a la campaña de unión de El Club de las Escritoras, encontré tu blog. Cuando tenga un tiempito, me pasare a leer tus relatos ^^. Bueno, paso rapidín, así que me despido y espero que puedas pasarte por mi blog, donde publico mis ideas, historias, poesías, etc. Te dejo el link: http://un-gemelo-en-cada-mano.blogspot.com
Raquel:
Ya verás que no todo es como parece, mi querido Gerardo, tuvo una razón para actuar de esa manera.
Te espero cuando vuelva a publicar.
Un beso.
Paola:
Bienvenida a este espacio, ya iré a visitarte.
Un Beso.
¡Ay que intriga! ¿Por qué habrá actuado así?
Me encanta la historia Jennieh.
Describes de maravilla.
Sigo al 4 to capi.
Ohh Pobre Juli :/ esperemos que esta indiferencia no sea tan larga. Me gusta aunque solidarizo femeninamente
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