domingo, 29 de julio de 2012

La verdad de una mentira

 
CAPITULO V: Malas noticias

Una tarde, antes que Julia cerrara la floristería, llamó su atención que el público del teatro se estuviera retirando tempranamente. Escuchó a las personas comentar lo aburrido que resultaba la obra sin el actor principal y de la falta de consideración por parte de la administración al no dar aviso de los cambios que se produjeron. Preocupada se decidió a preguntar a cualquiera que pasara los motivos de la ausencia de Gerardo.

En esos momentos pasó frente a ella una pareja que se veía muy sencilla y abordándolos les preguntó:

— Perdón, no deseo molestarles, pero tengo curiosidad por saber qué ha sucedido en el teatro.

— No es molestia hijita, ¿verdad mi viejo?—dijo amablemente una señora de edad; mientras el aludido confirmaba con un leve movimiento de cabeza.

— ¿A qué se debe tal alboroto?, es que deseaba asistir uno de estos días— dijo para satisfacer su curiosidad.

— ¡Oh!, pequeña. Mucho me temo que, después de hoy, la compañía decida continuar con las funciones. La mayoría del público nos hemos retirado indignados debido a que ni siquiera han tenido la cortesía de avisarnos que han cambiado a uno de los actores. Me va a creer usted que veníamos especialmente a verle a él, y ahora que no está, he perdido el entusiasmo.

— Pero ¿conoce usted los motivos para que hayan decidido cambiar de actor?— dijo, Julia, impaciente ante la respuesta tan ambigua que estaba recibiendo.

— Claro que sí. Antes de salir preguntamos, y nos dijeron que aquel actor…Gerardo Subercaseaux, ¿verdad viejo?— dijo para sí misma sin esperar una respuesta del hombre— tuvo un accidente, pobre joven, tan simpático que es y venir a sucederle una cosa así. Es una verdadera lástima; cosas así les ocurran a personas tan jóvenes. Solo espero que se encuentre bien, que se recupere pronto—Cuando retomaban su camino la mujer miró curiosamente hacia la vitrina—. Mira que lindas flores acuérdate de enviarle mañana un arreglo al hospital… donde esta convaleciendo.

Después de oír la palabra “accidente”, Julia, quedó petrificada. ¿Cómo había sucedido una cosa así?, ¿qué tan grave había sido?, ¿cómo obtendría más información? Su mundo se había venido abajo de pronto, el intenso frío que se depósito en su cuerpo en aquel momento no la había abandonado en su recorrido de vuelta a casa. Creyó, en más de una ocasión, que no lograría llegar, pero ahí estaba encerrada en su habitación, sentada sobre su cama, sin saber qué hacer.

En las horas posteriores a su regreso, su madre, trató de obtener información en más de una ocasión, sin embargo, su preocupación crecía a medida que Julia no era capaz de pronunciar palabra, y se quedaba viendo de manera perdida fijamente. No fue difícil llevarla a su habitación, de hecho ni siquiera tenía idea que ya estaba vestida para dormir.

En su mente, Julia, solo podía acudir a Dios para que ayudara a Gerardo. Lamentaba no poder estar a su lado, la incertidumbre sobre su verdadero estado de salud la mantenía en vela; cuestionando a momentos, también, la supremacía del Dios, al que ella tanto rogaba. No lograba entender cómo sucedían cosas así a las personas que quería; primero la muerte de su padre y, ahora esto.



A medida que la luz se extinguía en la habitación sus ojos comenzaron a cerrarse. Enojadísima consigo misma por siquiera pensar o tener deseos de dormir llegó  a la conclusión de verle a como diera lugar. Estaba decidida, al día siguiente iría al hospital para enterarse de su estado real de salud.

domingo, 22 de julio de 2012

La verdad de una mentira


CAPITULO IV: Las flores




       
El estreno de la nueva compañía fue todo un éxito; las críticas y comentarios con respecto a la obra eran muy buenos, no sólo los asistentes tenían opiniones favorables de ella, también los críticos eran benevolentes con sus apreciaciones y consejos. Todo el mundo comentaba la gran interpretación del actor principal; quienes le conocían quedaban asombrados por la transformación que sufría en el escenario.

Julia, trataba de hacer un tiempo entre sus ocupaciones para asistir a la función, pero cada vez le resultaba más difícil. Además, la detenía su economía. Trataba de ahorrar, sin embrago, los imprevistos surgían de forma muy regular. Mientras tanto había conseguido uno de los ejemplares de la obra y en su lectura se imaginaba a Gerardo frente al personaje; mantenía la esperanza de asistir a la extensión de la temporada cuando su madre estuviera de vacaciones.   

La vida de Julia con tanto trabajo se estaba volviendo muy aburrida; sin embargo, sucedió que durante varios días comenzaron a llegar flores para ella; esta situación la sorprendió, si bien desde hace unos meses llegaban a su casa, y muy de vez en cuando, arreglos florales. Su madre y ella le restaron atención creyendo que era una equivocación; ya que al no contener una tarjeta, les fue natural pensar que se equivocaban al enviarlas a su casa, aunque ya no existían dudas ni equivocaciones al contener una tarjeta dirigida a la Srta. Julia Domínguez.  

Si bien este hecho la distraía un poco, a ella no le interesaba en lo absoluto saber quién enviaba las flores. Sus sentimientos se dirigían insistentemente hacia otra parte; incluso si no volvía a ver ni conversar con Gerardo. Muy por el contrario, su madre, sentía una profunda curiosidad. Insistía en que por lo menos enviara una nota de agradecimiento a la dirección postal que, ahora, aparecía en el reverso de las tarjetas, a lo que Julia se oponía enérgicamente; si bien encontraba algo de razón a sus argumentos no deseaba bajo ninguna circunstancia conocer a aquella persona.

No fue fácil convencer a la Sra. Isidora que ella no tenía ni la menor idea de quién se podría tratar. Si bien Julia, conocía a la mayoría de los hermanos de quienes fueran sus compañeras; nunca vio o notó que alguno de ellos tuviera una deferencia para con ella; además, sabía muy bien el lugar que ocupaba en aquella sociedad a la que jamás aspiro pertenecer.

Menos podía imaginar que fuera otra persona, pues ella, después de terminar sus estudios regulares, no había conocido a nadie más que a Gerardo a quien descartaba completamente; porque como ya sabemos en su encuentro posterior pareció no reconocerla.

Con el transcurso  de los días y como las flores no dejaban de llegar, Julia, pensaba en enviar una nota de agradecimiento; pero se detuvo al pensar que, tal vez, aquel misterioso personaje se presentaría ante ella con la clara intención de cortejarla, y como no aspiraba a que algo así sucediera prefirió cortar con cualquier aspiración. Decidió entonces que el silencio fuera señal inequívoca de su falta de interés por conocerle; pensó que así no le dañaría.


jueves, 19 de julio de 2012

Noticias: Algunos cambios


Mis estimadas damas:


Esperando que se encuentren muy bien dondequiera que estén; en esta oportunidad deseo informarles de algunos cambios que he decido dar al blog y que conozcan otros blogs que administro.

El primero tiene que ver con los días de publicación; debido a mi falta de oportunidad  y tiempo para realizar entradas durante la semana, he decidido cambiarla para el día domingo y, con esto espero también responder con diligencia sus comentarios.

Otra información que deseo darles a conocer es sobre dos nuevos blogs a los que he decido dar vida; los cree con la intención de separar un poco las aguas de los temas y que este blog no se vea tan disperso.

Uno se llama “La vida de una dama austeniana”; que como se podrán imaginar tiene directa relación con Jane Austen y su época. Su enlace es el siguiente:



El otro se llama “Déjame contar palabras”; en el que publicaré otros relatos que lleguen a mi cabeza. En estos momentos he publicado “Bang: Cambio de planes”, relato que surgió de un reto para el Club de las escritoras; y, recientemente estoy publicando “El paraguas”. Pueden leerlos visitándome en:



La publicación de La verdad de una mentira continuará en este mismo espacio desde el domingo, 22 de julio.

Agradeciendo su compañía, se despide esta Dama que desde hace un tiempo se preguntó ¡Qué sería de ella sin su pluma!



Un beso.

viernes, 6 de julio de 2012

La verdad de una mentira


CAPÍTULO III: El anhelo

            Al pasar los meses, Julia y su madre, habían logrado instalar una floristería muy bien ubicada; que les proporcionó cierta tranquilidad y estabilidad económica. En un principio la Sra. Isidora acudió a la influencia de algunos amigos para que le sirvieran como garantes, pero para ella fue determinante el volver a utilizar el apellido de su padre. El banco sin objeción le dio las concesiones que solicitaba. Ambas pensaron en lo exagerados de los intereses, pero considerando que no perderían la casa, finalmente  les parecieron razonables; llegando a la conclusión que los beneficios superaban cualquier sacrificio.

          Por la excelente ubicación y la buena idea de qué vender, a Julia, le fue bastante bien desde un comienzo y, tras abandonar aquella preocupación comenzó a tener un extraño deseo. Deseaba volver a encontrar a aquel hombre, quien con aquella corta y extraña intervención en su vida le había entregado una nueva ilusión; si debía ser sincera, Julia, habría tenido que confesar que desde aquella tarde no pensaba en ninguna otra persona más que en él. Deseaba sentir nuevamente su mirada posándose sobre ella; y, aunque sus ojos no poseían ningún rasgo fuera de lo común, en cuanto a color o forma, mostraban una intensidad que, al recordarlo, le producía satisfacción; sin contar, además, que deseaba darle las gracias por su consejo. 

         Ella, sabía de antemano que aquello era imposible, de él sólo sabía su nombre y nada más, y con ello no se atrevería a buscar más antecedentes con sus conocidos; sabía perfectamente que ello podría prestarse para comentarios mal intencionados, después de todo, aquel día ella se había dado cuenta perfectamente que pertenecían a clases sociales muy distintas.

        No pasó mucho tiempo para que la compañía que alquilaba el teatro, que quedaba justo en frente de la floristería, comenzara a anunciar su próximo estreno, Julia, confirmó una vez más, la buena decisión que había tomado; más y más personas transitarían por el lugar y debido a las funciones la demanda por sus flores aumentaría en lo sucesivo; si bien esto puede parecer un paréntesis creo preciso contarlo debido al vuelco relevante que tendrá la historia a continuación. 

        Una mañana, muy temprano cuando Julia comenzaba a preparar todo para abrir, varios hombres comenzaron a pasearse frente al teatro,  su curiosidad la llevó a apostarse fuera del local y observar que sucedía allí. Pudo ver cómo, desde uno de los dos carromatos que habían traído consigo, descargaban unas escalas y varias herramientas, las que utilizaron para fijar en la parte frontal del teatro con gran maestría una especie de manto. Cuando comenzaron a soltar las amarradas y comenzó a ser desplegado, ella, vio con sorpresa los ojos que desde hace tanto anhelaba, sin duda, Gerardo era quien aparecía en la pintura; era la misma mirada que recordaba, no pudo evitar estremecerse al saber que le volvería a ver; aunque, fuera de lejos.

        Julia, desde aquel día comenzó a transitar por la avenida que llegaba justo frente al teatro, para así, desde la distancia poder contemplar la imagen que este le ofrecía; por alguna extraña razón sentía demasiada vergüenza al mirar desde la vitrina de la floristería por lo que prefería mirarle de lejos.

         Su mente la llevaba a pensar que en cualquier momento Gerardo cruzaría aquella puerta para comprar un arreglo, pero los días transcurrían y nada sucedía; su sueño comenzaba a desaparecer cuando de pronto él cruzó la puerta. Por un instante, Julia, creyó ser reconocida, pero se dio cuenta que él observaba atentamente las flores; el nerviosismo que sintió en aquellos minutos fue lapidado más tarde con la indiferencia de él. En ningún momento pudo reconocer al hombre del Parque Cousiño; y en los días sucesivos lo único que le permitía tener consuelo eran los sentimientos que habían crecido fuertemente en ella por los recuerdos que tenía de él, que eran muy diferentes de los de aquel hombre, distante y frio que se presentó en la tienda.